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Las tareas de los marxistas-leninistas del siglo XXI

 

Ángel Chávez Mancilla,
director del periódico El Machete

 

La burguesía desearía que no existiera este acto, pero contrario a sus deseos, el pensamiento de Lenin sigue vivo.

A diferencia de los cuantiosos actos de celebración que en el campo político y académico se han efectuado en honor a Marx, y aun a Engels, a cien años de la muerte de Lenin han sido pocos los actos, congresos, conferencias que se han celebrado al margen de los partidos comunistas del mundo.

Esto se debe en parte, a que los ideólogos del capital no se han atrevido a hacer con Lenin lo que han intentado con Marx, tergiversar su obra “revisándola”, fragmentándola, hablado de un Marx joven, de un Marx humanista, oponiendo a Marx y Engels, mezclando a Marx con idealismo filosófico y otras corrientes como la escuela de Frankfort, la teoría crítica, la decolonialidad.

Para Lenin la burguesía reservó la Damnatio memoriae o “condena de la memoria”, buscando que se olvidara su figura, su obra y sus enseñanzas. Basta con comparar la cantidad de seminarios y grupos de estudio que en las universidades llevan el nombre de Marx, Gramsci, Rosa de Luxemburgo u otros pensadores marxistas, mientras que el nombre y la obra de Lenin ha sido relegada al olvido, y se ha condena a sus lectores como dogmáticos o anquilosados. Estamos ante los nuevos partidarios de “la libertad de crítica” que Lenin criticó en el ¿Qué hacer?

Un homenaje a Lenin no podía quedar sino en manos de militantes comunista, de los leninistas del siglo XXI, de los estudiosos de la obra de Lenin y quienes siguiendo sus enseñanzas hemos ingresado al Partido Comunista. No obstante, debemos estar alertas de los ideólogos del capital que revestidos de estudiosos del marxismo, y que desde una aparente neutralidad, desean tergiversar el pensamiento de Lenin mellando su filo revolucionario.

La negación del pensamiento de Lenin por parte de la burguesía se ha intentado con la postulación de “novedosas” teorías contrarias a las conclusiones políticas a las que llegó, por ejemplo, se ha hablado de los “sujetos emergentes” y negando la relevancia de la clase obrera que Lenin afirmó en su polémica con los populistas con su estudio de El desarrollo del capitalismo en Rusia y la críticas al romanticismo económico; postulando teorías como las del “imperio” para negar la teoría leninista del imperialismo, o empleado el concepto imperialismo no como la fase última del desarrollo del imperialismo cuya característica central es el surgimiento de los monopolios, para reducir el término a u tipo de política exterior intervencionista.

La teoría leninista del imperialismo es la brújula que permite orientarnos en medio del actual panorama de creciente guerra interimperialista, para colocarnos de lado de los trabajadores, de los pueblos y confrontar a los dos bandos de capitalistas que se enfrentan, por ejemplo en la guerra en Ucrania. Pero también es la afirmación de que el capitalismo ha llegado a su fase parasitaria y última, y por tanto nos encontramos en la “época de revolución social”, la del paso del capitalismo al socialismo, la época de las revoluciones proletarias.

Otro de los aportes de Lenin, y tal vez el más repudiado por la burguesía, es la teoría de la Revolución, que incluye la concepción de que el Partido es imprescindible para que se del proceso revolucionario ya que se encarga de llevar la conciencia al movimiento obrero y de otra forma, por más audaces y combativos que sean los trabajadores, no logran rebasar el nivel de la lucha económica, y requieren de la teoría revolucionaria para ser conscientes del papel y horizontes de la clase obrera, de la necesidad de derrocar al capitalismo para resolver de raíz las problemáticas que padecen a diario.

A Lenin debemos también la teorización de las características del Partido de nuevo tipo, un partido de cuadros, con unidad ideológica, política y de acción, un partido preparado para el combate, con, un partido que se prepara para la toma del poder y en el que cada uno de sus militantes tiene la conciencia de que será partícipe y dirigente de la construcción de la nueva sociedad.

Otra lección de Lenin para el proceso revolucionario es la necesidad de la dictadura del proletariado o poder obrero, para el triunfo de la revolución y durante el proceso de construcción socialista. Esta teoría es negada por los más variados ideólogos burgueses, concluidos los liberales, como los pseudo marxistas, que consideran a la democracia y la libertad como conceptos abstractos y universales y no comprenden el carácter de clase que adquieren.

En todo caso la validez de los aportes teóricos de Lenin a la teoría de la Revolución, se demuestra con el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre, que implicó un profundo proceso de transformación de las bases materiales de la sociedad. Pero además, Lenin sentó las bases de la construcción socialista, sus características esenciales: el poder obrero, la expropiación de los grandes medios de producción, la planificación económica y el combate a las relaciones mercantiles.

Por más que el eurocomunismo, la nueva izquierda, el marxismo crítico o las nuevas versiones del anarquismo o cristianismo mezclados con el marxismo, critiquen al marxismo-leninismo, lograrán superarlo, pues la práctica como categoría del conocimiento, nos lleva a afirmar que el pensamiento de Lenin acertó, pues contribuyó al nacimiento del primer estado socialista del mundo, y ningún proceso similar ha surgido ni puede surgir con base en las teorías oportunistas, revisionistas, y la variedad de tergiversaciones del marxismo que se siguen inventando, han logrado encarnar un proceso de transformación tan profundo como la revolución socialista de octubre. En todo caso el progresismo en América Latina ha demostrado que las versiones “humanizadas del capitalismo” no son una ruta para avanzar al socialismo, sino para extender el capitalismo.

Esto implica que, además las críticas al leninismo, además de ser erróneas son ideología burguesa, pues pese a revestirse de ideas de “izquierda”, como socialismo del siglo XXI, el progresismo y hasta socialismo, en la práctica en lo que han derivado en extender la vida del capitalismo, en ofrecer versiones de explotación “humanista”, en debilitar y atacar al marxismo-leninismo, pues como afirmó Lenin “o ideología burguesa o ideología proletaria”. Estas ideologías críticas del marxismo-leninismo, además de no haber aproximado a la clase obrera al final de la explotación al derrocamiento del capitalismo, la han alejado al alejarla del leninismo.

Una versión más refinada del oportunismo reconoce los logros de la revolución de octubre y por tanto los méritos teóricos de Lenin como jefe de esta, no obstante argumentan que el pensamiento de Lenin fue certero pero se aplicable solo a las particularices de la realidad rusa de inicios del siglo XX, por lo que querer sacar lecciones políticas de la revolución de Octubre es hacer burdo “calco y copia”. Lo que se oculta detrás de negar que por sobre las particularidades nacionales existen elementos comunes y generales, leyes del proceso revolucionario, es el oportunismo de negar que la revolución socialista está a la orden del día desde que se desarrolló el imperialismo.

Ninguna particularidad nacional puede negar que todos los países del planeta, aún con el desarrollo desigual, están insertos en la dinámica del imperialismo. Tampoco se puede negar que la centralidad de la clase obrera es vigente, pues es el papel que ésta ocupa en la producción de la riqueza de la sociedad es central, además de que ha avanzado el proceso de proletarización a nivel mundial. De igual forma no se puede pensar que dentro de los marcos de la democracia burguesa se pueda dar una transformación al socialismo o que esto se logre por medio de reformas. Tampoco se puede negar que en todos los Estados capitalistas tengan por papel sostener la dominación de la clase burguesa sobre la clase obrera, como afirmó Lenin en el Estado y la Revolución. En resumen, las características esenciales de la sociedad capitalista actual se reproducen en todo el mundo, y por tanto las enseñanzas del leninismo son válidas y vigentes e todos los países.

Aunque combatir el oportunismo, es decir, la ideología burguesa entre la clase obrera, es una tarea importante de los leninistas del siglo XXI, hay otra labor que también debemos atender, y es que no basta con leer a Lenin, y menos si se hace de forma anquilosada, extrayendo consignas que llevan a la fraseología. Dado que la esencia del marxismo-leninismo es la dialéctica, el cambio constante de la realidad y el desarrollo de los fenómenos, los leninistas del siglo XXI tenemos la tarea de aplicar y desarrollar la teoría marxista-leninista en nuestra situación actual.

Nuestro Partido no pude conformarse con reiterar los avances teóricos que ha logrado, la tesis de la interdependencia, la claridad sobre la teoría del imperialismo, las tesis sobre el socialismo y con esto la claridad frente al progresismo y el proceso capitalista por el que avanza China. Debemos seguir estudiando la realidad, los cambios que se den en el campo de los explotadores, las pugnas interimperialistas, las pugnas interburguesas en nuestro país; la modernización de la explotación de la clase obrera; pero también apreciar la situación que se da en el campo de los explotados, los cambios o características el movimiento de masas, las problemáticas y necesidades de la clase obrera y los sectores populares; las nuevas formas de dominación ideológica del capitalismo.

Debemos ser leninistas en nuestro trabajo cotidiano, siempre buscando desarrollarlo de la mejor manera, con disciplina; atendiendo las fallas, las insuficiencias, proponiendo siempre acciones, actividades que sumen al trabajo del Partido. Debemos combatir la ideología burguesa en nuestras filas, debemos estudiar con rigor las condiciones en las que desarrollamos nuestro trabajo de masas, debemos actuar a diario para vincularnos con las masas, para conocer sus problemáticas de hoy y pensar como las solucionará el poder obrero; debemos estudiar con rigor para ser mañana los ministros de economía, de defensa, de cultura, de industria, los organizadores de la nueva sociedad.

La tarea de los leninistas del siglo XXI es trabajar para hacer la revolución, y para esto debemos estar preparados para intervenir decididamente contra la burguesía en el momento que una situación revolucionaria se geste, pero para esto, antes debemos fortalecer al partido, desarrollar el trabajo de masas, y estar listos para que  el partido crezca no a cuenta gotas, sino en una dinámica acelerada don el programa de nuestro partido sea el elemento que convoque a sumarse al partido de la clase obrera para transformar la realidad.

¡Viva Lenin!

¡Viva el Marxismo-Leninismo!

Discurso presentado en el acto ¡Lenin Vive!, el 21 de enero 2024

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