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Sobre la institución de la democracia

 

El pasado 25 de enero, en sesión ordinaria del Consejo General del INE (Instituto Electoral Nacional) la Consejera Presidenta, Guadalupe Taddei, ante las críticas y preocupaciones de un sector de la política mexicana por la falta de nombramientos en puestos directivos ante el proceso electoral en marcha, lanzó una defensa de las personas titulares y encargadas de los altos puestos de esa institución. No sólo fue una defensa de los ocupantes de los grandes escritorios, sino de la profesionalización del sistema electoral del país. ¿Qué sistema se defiende?

La estructura del INE es muy amplia y está, digamos, en tres niveles: el nacional, el estatal y el distrital. A nivel local y distrital, las oficinas se denominan Juntas ejecutivas locales o distritales, según sea el caso. Estas oficinas son una especie de INEs pequeños y en ellas la figura que encabeza la burocracia es la Vocalía Ejecutiva. La nómina del INE incluye al personal de la rama administrativa y del SPEN (Servicio Profesional Electoral Nacional) estos dos grupos constituyen los empleados que podemos decir que tienen base.

Los empleados de base son muy numerosos, pero insuficientes, pues en el INE se contratan empleados por honorarios, los cuáles, debido a su forma de contratación, no generan antigüedad ni tienen prestaciones. Hay otro tipo dentro de los trabajadores por honorarios, los de honorarios por proceso electoral. Estos últimos constituyen un ejército de trabajadores contratado sólo por algunos meses, aquí entran los famosos CAE (Capacitadores Asistentes Electorales) entre muchas otras figuras.

En el INE hay pues, distintos tipos de empleados, unos con derechos laborales de ley y otros sin ninguno, ni siquiera vacaciones. Pero la cosa no para ahí. Con motivo del proceso electoral en marcha, en el INE se violentan derechos de trabajadores y se fomenta una pésima cultura laboral. Los empleados son sometidos a largas jornadas, “hay hora de entrada, pero no de salida”, es una de las prácticas más normales. Dependiendo de las actividades y del calendario electoral, algunos trabajan fines de semana y días festivos, pero no reciben ningún tipo de pago acorde con la legislación laboral, esto sin importar si se tiene base o se trabaja por honorarios.

Un ejemplo es la reciente jornada de credencialización que culminó el 22 de enero pasado. Todo ciudadano que quisiera renovar o tramitar su credencial para poder votar en las próximas elecciones debió realizar el trámite con límite en esa fecha. Esto llevó a que cada MAC (Módulo de Atención Ciudadana) ampliara sus horarios de atención, extendiéndolos, incluso, hasta media noche. Los empleados de estos módulos debieron cubrir estas largas jornadas, pero no sólo ellos; como se debe atender a demasiada gente, personal contratado por honorarios y de la rama administrativa fue enviado a distintos módulos para ayudar en las labores; nadie recibió un solo peso por concepto de horas extra.

Si los empleados de base gozan de contratos por tiempo indeterminado y aún así están sometidos a decisiones arbitrarias, es fácil imaginar lo que sucede con los empleados por honorarios, cuyos contratos son por tiempo determinado y cuya renovación es siempre incierta. Este personal no tiene ningún derecho del que gozan los otros, porque así lo establece su tipo de contratación, según se dice. Lo curioso es que ese mismo tipo de contratación permite que este personal esté exento de cumplir un horario laboral como el resto, que tenga que presentarse en las oficinas del INE a trabajar y someterse a la forma de trabajo que le imponga un burócrata medio: nada de esto ocurre.

Los trabajadores por honorarios deben cumplir con un horario y presentarse físicamente a laborar todos los días, como si fueran de la rama administrativa. Como los demás, tienen hora de entrada, pero no de salida, laborando a veces, igual como los demás, hasta 12 horas. Quiénes trabajan por honorarios en el INE deben cumplir con todas las obligaciones de un trabajador de base, pero sin ninguno de los derechos y prestaciones de aquellos.

En el presente proceso electoral se emiten muchas convocatorias para trabajar en el INE, se trata de personal de honorarios cuyo trabajo durará sólo unos meses. A este personal se le pide disponibilidad de tiempo completo, ¿Qué significa esto? Que deberá trabajar todos los días que el jefe de la oficina o directivo le indique, sin importar si es sábado, domingo o un día feriado, como el caso de hoy 5 de febrero, día de la mancillada constitución, donde personal de algunas oficinas labora, pero eso sí, este día se paga normal, no como dice la constitución que se conmemora. La forma es curiosa, digamos, porque la disponibilidad para sacrificar todo tiempo sin ninguna compensación no aparece en la convocatoria formal como un requisito, sino como una ¡actitud del aspirante! Vaya cultura laboral, hay que tener la actitud de dar todo sin exigir nada; el INE como todo un explotador.

Hay que ser justos, sin embargo, con la noble institución explotadora que defiende su consejera presidenta: no todos trabajan fines de semana y días festivos. En algunos lugares rotan los fines de semana, otros deciden hacer “home office” y algunos dan medio día, ¿De qué depende esto? Del jefe en turno. Así, los trabajadores bajo toda forma de contratación, está sujetos a la arbitrariedad de la burocracia media y, sobre todo, alta. Si tiene suerte de que toque alguien “buena onda”, no les irá tan mal. Esto es curioso, pues en el lugar que se autoasume como la “casa de la democracia” y donde tanto se defiende el estado de derecho, los empleados están bajo relaciones arbitrarias de poder; para ellos no impera el estado de derecho, sino la voluntad del alto funcionario.

Hasta este punto se ha descrito una parte del sistema que defienden en el consejo general, pero falta otro aspecto; el de la desigualdad. Es muy sabido que los altos burócratas del INE se han rehusado a bajar sus salarios, pero el bajarlos no eliminaría el problema que describimos a continuación.

Según la página web del INE, el salario mensual neto de la consejera presidenta es de 120 mil 392 pesos. Guadalupe Taddei gana casi cuatro mil pesos diarios. La consejera Claudia Zavala, cercana a Lorenzo Córdova y que despidió a éste y al resto de funcionarios que salieron del INE el 3 de abril del año pasado, diciendo que se retiraban “enarbolando siempre los ideales y los valores de la Constitución”, tiene un salario fuera del orden constitucional; gana 179 mil 951 pesos mensuales netos. Entre sus prestaciones están las primas vacacional y quinquenal, aguinaldo, gastos funerarios, vacaciones, seguro de vida, seguro colectivo de retiro y seguro de separación individualizada.

El director del SPEN (Servicio Profesional Electoral Nacional) que es la instancia en manos del consejo general para controlar la estructura laboral del instituto, gana 163 mil 132 pesos mensuales netos. Pero las bondades del instituto no terminan ahí. Las juntas ejecutivas locales y distritales tienen en la Vocalía Ejecutiva a su mando máximo. Quiénes ocupan este puesto en las entidades del país, tiene un salario mensual neto de 123 mil 525 pesos; aquellos que son la figura máxima en las oficinas distritales ganan 69 mil 896 pesos netos al mes. Salvo en el caso de la presidencia del consejo general, todos esos burócratas tienen las prestaciones arriba señaladas.

Hablamos antes de los MAC, dónde acuden los ciudadanos a tramitar su credencial. Algunos de los salarios más bajos en los módulos son de 9 mil 930 pesos mensuales netos. Tienen prestaciones, pero como ya dijimos, no se les pagaron las horas extras de los últimos días de credencialización. Esta estructura del INE es bastante desigual. Guadalupe Taddei, por ejemplo, gana en tres días más que muchos de los empleados de los módulos en un mes. Un miembro del consejo general puede ganar en dos días más que aquellos en un mes, y el director ejecutivo del SPEN gana 14 veces más que esos empleados.

Aquí está el sistema que defienden al interior del INE, aquí está la estructura interna que hace funcionar a la “casa de la democracia”. La élite en los grandes asientos no ha titubeado en defender sus salarios, bonos y prestaciones, porque tienen los recursos para hacerlo. Los empleados del INE no tienen ningún organismo o institución para defender y exigir los suyos. En México, la autonombrada “casa de la democracia” funciona sin la voz de sus trabajadores. Más revelador del sistema político es que en esta coyuntura electoral, donde unos defienden al INE y otros lo critican, los trabajadores del INE están ausentes en el discurso de ambos bloques.

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