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Tina Modotti. El poder del compromiso y la militancia

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María de las Nieves Rodríguez y Méndez

Texto publicado en El Machete no.5. pp. 74-82.

 

El 29 de junio de 1924 Tina Modotti, acompañada por el fotógrafo Edward Weston, abandonó el Puerto de San Pedro en Los Angeles con rumbo a Mazatlán. Viajaban ambos buscando una aventura, atraídos por esa visión exótica y abierta que había ofrecido el gobierno obregonista en los primeros años de la Revolución institucionalizada. Durante la travesía Tina se mostró afecta a charlar con los campesinos y con los niños, profundamente impactada por la pobreza que iba registrando en su paso hacia la ciudad. Allí el movimiento cultural de la élite ilustrada parecía haber cambiado la estructura social. El arte parecía impregnar la sociedad y ser un catalizador para educar a las masas. Las estructuras se habían quebrado y las obras abandonaban los Museos para salir al encuentro de la sociedad. Proliferaba un nuevo lenguaje artístico: el muralismo y con él las ideas revolucionarias socialistas que parecían encontrar un referente y un objeto de lucha en la ciudad de México. Las personalidades cosmopolitas y culturales de ambos se vieron pronto inquietas por participar en la actividad artística mexicana. El carácter de Weston más reservado y melancólico contrastó fuertemente con el de Tina quien, de inmediato, se vinculó con la sociedad artística contemporánea con la cual había tenido un ligero contacto a través del círculo social de Robo (su fallecido esposo) años antes. Con todo, Weston acabaría por regresar a los Estados Unidos y Tina permanecería en el país involucrándose cada vez más con la causa política que comprometía tanto a su medio. Se hizo cargo del estudio fotográfico y comenzó a realizar retratos de los artistas citadinos que eran publicados en los distintos periódicos del momento. Su fama fue creciendo y su obra se convirtió en un sello de calidad artística.[1] Para 1927 ya era una fotógrafa consolidada y aparte de atender su estudio personal colaboraba de forma activa con la revista Mexican Folkways. Comenzó también a colaborar con el periódico El Machete, órgano del Partido Comunista, y a militar en el mismo donde se afiliaría en 1927. Su labor allí era la de documentadora y traductora ocupando igualmente un cargo de dirección en la sección mexicana del Socorro Rojo Internacional. Su labor como fotógrafa se puso al servicio de su militancia en el Partido retratando así eventos y manifestaciones, mítines del propio Partido que la comisionaba para tal efecto. Su fotografía cambió y las preocupaciones estéticas dieron paso a una obra de madurez comprometida con el medio social mexicano: obreros, campesinos, lavanderas, indígenas llenaban sus placas transmutando el sentimiento por el ímpetu revolucionario. También se dio a la tarea de fotografiar bajo el encargo de sus autores, las obras murales de José Clemente Orozco y Diego Rivera en la Escuela Nacional Preparatoria hasta el año de 1928, fotografías que por medio de Jean Charlot eran difundidas a los Estados Unidos, vendidas igualmente por la revista Mexican Folkways con la que colaboraba de modo activo desde 1926.[2]

            Pronto su apartamento se convirtió en el centro de reunión del círculo de los dirigentes del Partido, de las Asociaciones juveniles y de la Liga Antiimperialista. Era el punto de referencia para las delegaciones de campesinos y de los obreros provenientes de todo el país que llegaban a Abraham González en busca de refugio por un par de días. Manuel Álvarez Bravo recordaba que el piso de Tina estaba revestido de paredes blancas y desnudas, con poco ornato. Contaba sólo con el retrato que de ella había hecho Diego Rivera y las frases de Lenin y Marx que había escrito sobre las paredes. El ambiente proyectaba una idea de orden y de limpieza así como su interés por los problemas sociales y políticos que de igual forma se manifestaban en su práctica fotográfica de contenido social con finalidades políticas.

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            Fue en la campaña contra la ejecución de los inmigrantes anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti donde conoció a Julio Antonio Mella, un joven líder cubano exiliado en México por las amenazas de muerte del general Machado. Su contacto con Mella fue de gran importancia debido a que en él encontró el nexo con la vanguardia soviética y el verdadero fin de su arte como medio para difundir el materialismo dialéctico. En enero de 1929 Julio Antonio Mella cayó muerto a la entrada de su casa en Abraham González a manos de un par de esbirros comisionados por el gobierno cubano para asesinarlo. Caminaba del brazo de Tina y ella se vio envuelta en un gran escándalo que se avivó a principios de 1930 cuando, acusada de estar involucrada en el atentado contra el Presidente Pascual Ortiz Rubio[3] fue expulsada del país al aplicársele el artículo 33 de la Ley General de Población. Se le acusaba, como a otros extranjeros de desarrollar una «labor francamente disolvente [que] no corresponden a la hospitalidad que en nuestro País se les guarda, por lo que en mi concepto se les debe considerar como extranjeros perniciosos».[4] Tina, vista como una mujer dedicada a actividades comunistas en contra del gobierno fue encarcelada durante trece días hasta que se dio la orden de formal expulsión. El destino era Alemania y se le asignó un lugar en el buque carguero holandés Edam donde debía pasar obligatoriamente por los Puertos de Veracruz, Tampico, Nueva Orleans, La Habana, Vigo, A Coruña, Boulogne-sur-Mer y Rotterdam antes de llegar a destino. Su condición de deportada por el gobierno mexicano hizo que fuese vigilada en cada uno de los Puertos sin permitírsele desembarcar.[5] El 9 de marzo de 1930 escribiría

«Espero Edward que te hayas echado una buena carcajada al oír que se me acusaba de participar en el intento de asesinaro de Ortiz Rubio -«¿quién lo iba a pensar, eh?. Una muchacha de tan buena apariencia y que hacía tan hermosas fotos de flores y niños»- Ya me imagino los comentarios de este tipo entre los lectores de la prensa amarillista de México al leer todas las «informaciones» sensacionalistas encabezadas por los grandes titulares en las primeras planas, que me llamaban «la inquieta agitadora comunista» «la célebre fotógrafa y comunista» y así por el estilo –El Universal de la Ciudad de México publicó entre otras cosas lo siguiente: «…en la casa de Tina Modotti, las autoridades hallaron documentos y planes que indican claramente que su intención era cometer un crimen similar al de Daniel Flores en la persona de nuestro Presidente, Ing. P. Ortiz Rubio; y el que no llevara a cabo su cometido sólo se debe al hecho de que Daniel Flores se le adelantó…» (¿Cómo ves?).

La verdad es que todo el asunto es éste: al gobierno mexicano le urgía deportarme pero necesitaba un buen pretexto, así que aprovecharon el intento de asesinato de O. [Ortiz] R. [Rubio] y le sacaron jugo a ese estado psicológico sentimental-histérico del que se llena la opinión pública durante cualquier conmoción pública».[6]

La expulsión de Tina era, efectivamente, una más de las purgas realizadas por el gobierno contrarrevolucionario de Calles-Portes Gil de modo consecutivo desde 1929. El asesinato del Presidente electo, Álvaro Obregón, hizo que la política revolucionaria entrase en crisis. El Presidente Calles abogó entonces por renunciar a una prolongación de su mandato y proponer a Emilio Portes Gil como encargado de un gobierno provisional hasta que fuesen convocadas nuevas elecciones. La estratagema callista detrás de la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y su apoyo a Ortiz Rubio como candidato pronto fue advertida por los líderes revolucionarios que como José Gonzalo Escobar se alzarían en contra. Calles acentuaría su posición de desmarcar al gobierno de la tensión en las relaciones entre México y Estados Unidos por lo que vio necesario la concreción de un acuerdo que previera la igualdad de intereses entre ambos países. Dwight Morrow entonces, como embajador en México, quiso convencer a la burguesía imperante de recibir el capital externo para hacer no sólo crecer la economía nacional sino también modernizar a la nación. Así, el embajador consiguió implementar los derechos de los terratenientes latifundistas americanos sobre el suelo y el petróleo mexicano y también interferir sobre el sistema político abatido, en ese momento, por el conflicto cristero sobre el que concretó un acuerdo que acabó con la huelga de cultos y la rebelión y con la presencia de un extenso número de comunistas organizados en un Partido que, conectado con la Unión Soviética, amenazaba sus intereses en el país.

            De igual modo, el fuerte cambio impulsado por la nueva línea dictada por la Internacional Comunista desde un año antes derivó en la ««elaboración de la justa línea política y la táctica revolucionaria» y en la depuración consiguiente».[7] De este modo, en un férreo impulso “stalinista”, fueron expulsados aquellos miembros que consideraban habían traicionado la causa. Diego Rivera, Fritz Bach, Luis G. Monzón y Rafael Pérez Reyes fueron los primeros que cayeron en la purga, seguidos de Úrsulo Galván, algunos de los militantes de la Liga Nacional Campesina y otros líderes que habían sido calificados de «oportunistas». Para enero de 1930 el gobierno decidiría romper las relaciones con la embajada soviética[8] recibiendo notorias protestas por parte de los grupos y organizaciones comunistas en el exterior. El gobierno mexicano, inconfome por la frustrada relación comercial y las injerencias soviéticas en el panorama político nacional, dio la orden en un ademán de intolerancia de repercusión internacional. Hastiado del activismo comunista reforzó el frente antisoviético y contrarrevolucionario promulgando leyes dracanianas contra los comunistas y trabajadores revolucionarios que permanecerían activos desde la resistencia y la clandestineidad que la toma de las oficinas y El Machete, bastión ideológico del movimiento les permitía.[9] La purga y los crímenes, entonces, fueron inminentes.

            De este modo fue que Tina Modotti, habiendo comenzado su labor de fotorreportera antes de la represión vio estigmatizado su trabajo y su militancia a través de la persecución que realizó el gobierno y la prensa para ese momento. Como ella viajarían a bordo del Edam otros dos expulsados: Icek Rosenblum y Windish Hans[10] que, junto a Tina, fueron confinados por los agentes 20, 6 y 12 al Delegado de Migración en el Puerto de Veracruz. A bordo viajaría igualmente Vittorio Vidali, destacado líder de la Internacional Comunista, miembro de las Brigadas Internacionales al que ya conocía por ser secretario de la Liga Antifascista en México, organización de la que ella había sido pionera; que escapaba de incógnito del gobierno mexicano. Al llegar a Holanda Tina fue reclamada por el gobierno de Benito Mussolini para procesarla por traición y cuando iba a ser entregada a las autoridades unos delegados del Socorro Rojo Internacional presentaron un salvoconducto que le permitió continuar su viaje por tren hacia Berlin. En la ciudad alemana Tina no logró adaptarse y gastó una gran parte del dinero reunido para su viaje (200 dólares) en material fotográfico con la ilusión de que el gasto le proporcionase un resultado capaz de garatizarle un sustento en Alemania pero la realidad fue que la competencia profesional era atroz y pese a que hizo algunos intentos por retomar el oficio y trabajar como fotoreportera para un periódico local de corte socialista no consiguió establecerse.[11] Tina, ensimismada por la lucha revolucionaria, dejó momentáneamente de lado el oficio en parte desilusionada por la alta competencia y la poca acogida del país germano.[12] Cuando su visado de seis meses estaba a punto de expirar realizó una exposición en el estudio de la fotógrafa Lotte Jacobi con gran parte de la obra mexicana que fue bien acogida por los artistas alemanes mas sin embargo no fue así para los intentos mostrados de su producción nacional. Sola y deprimida, con muchas dudas sobre su valía como fotógrafa, aceptó el ofrecimiento de Vittorio Vidali y tras conseguir el visado a través de la Embajada soviética en Berlín viajó a Moscú en el mismo año de 1930.

            En Rusia Tina colaboró con el Partido que para entonces comenzaba a funcionar a través de una férrea estructura. Viajó a Bélgica y a Francia realizando labores de espionaje. De igual modo Tina trabajó como parte de la MOPR que era la sección soviética correspondiente al Socorro Rojo Internacional de los Combatientes de la Revolución. Al interior de la MOPR Tina se ocupaba de la asistencia a las familias de los prisioneros políticos de varios países europeos. Por este motivo, existían campamentos de verano y colegios gestionados directamente por el Socorro Rojo Internacional. Así como también fue colaboradora y técnica del órgano, realizando actividades que requerían de su cooperación como escritora, redactora, traductora y emisaria de mensajes del Comité Ejecutivo del Socorro a otros países en situación de guerra. Fue de este modo que viajó a España con el fin de fortalecer en el país la sección del Socorro Rojo Internacional, crear la nueva sede en Cataluña y reestablecer los vínculos perdidos en Portugal. Tras haber fundado en Paris la sección francesa del Socorro regresó a Moscú para viajar de nuevo a España en 1936 esta vez con el objetivo de proporcionar ayuda a la facción republicana en la incipiente Guerra Civil Española. Con pasaporte español y bajo el nombre de María se alistó en el Quinto Regimiento, al que serviría también Vittorio Vidali como Jefe bajo el pseudónimo de Carlos Contreras, y colaboró como enfermera en el frente llegando a emplazar Hospitales transitorios, abastecer de alimentos y ropa a los huérfanos y soldados o evacuar ciudades bombardeadas durante el combate. Tras la derrota de la facción republicana salió, junto a tantos españoles, a través de la frontera de los Pirineos hacia Francia en busca de refugio.

            Fue en 1939 y tras esa dramática experiencia que Tina decidió regresar a los Estados Unidos y reunirse allí con su familia. Abordó el barco Queen Mary con destino a Nueva York pero las autoridades fueron advertidas de su presencia y se le fue negado el desembarco siendo obligada a proseguir hacia Veracruz. Tina viajaba con un pasaporte falso y quedó retenida en México. Estaba aterrorizada. Adelina Zendejas y otros amigos trataron de legalizar su situación en México. Se presentaron varias veces ante Ignacio García Téllez, Ministro del Interior, a quien Tina conocía bien ya que había participado en su Exposición de la Biblioteca Nacional en 1929 como Rector de la Universidad Autónoma. La promesa de anulación del proceso de expulsión se hacía esperar y el 27 de enero de 1940 Tina le escribió directamente a García Téllez:

«Su secretario privado me ha informado que fui expulsada no con un decreto del Presidente sino con un acto administrativo y, si entendí bien, esto facilita la solución de mi caso. Pero estoy en México desde hace meses, en una situación ilegal que usted conoce, sin un documento oficial que legalice mi estancia aquí y me permita moverme libremente y buscar un trabajo. Sé que usted me está ofreciendo de hecho la hospitalidad de su país. Este generoso gesto suyo es para mi de inestimable valor y me inspira el más profundo reconocimiento, pero usted es la única persona que puede resolver el aspecto legal de mi problema».[13]

Poco tiempo después logró que el propio Presidente Lázaro Cárdenas le informase que se le había otorgado el asilo político solicitado. Tina había cambiado. A pesar de que siguió colaborando en la Alianza Antifascista Giuseppe Garibaldi redujo al mínimo sus salidas y en el más absoluto desánimo dedicó sus días a traducir las obras de Lenin y Stalin para sobrevivir. Asistía a las reuniones que organizaba Pablo Neruda en su casa donde confluían exiliados españoles, chilenos, mexicanos así como también algunos de los personajes relevantes de su época como la escritora alemana Anna Seghers. El 24 de mayo de 1940, día del asesinato de Leon Trotski, rompió toda relación con Vittorio Vidali y el Partido Comunista tras advertir que él estaba vinculado junto a David Alfaro Siqueiros en la muerte del líder ruso. Decepcionada de la causa y de los líderes, desilusionada del activismo y la falsa revolución en pro de intereses propios  permaneció sola hasta su muerte. Al apartamento a veces acudía algún amigo que iba a verla y la escuchaba hablar de su profunda tristeza. Su dedicación y pasión por la fotografía nunca se desvaneció del todo, sólo la precaria situación económica condicionaba la práctica. Tras su ruptura con el Partido marchó a Oaxaca durante tres meses comisionada por la escritora Constancia de la Mora para registrar el modo de vida del Istmo. El libro nunca se publicó debido a la sorpresiva muerte de la autora, las fotos igualmente se perdieron pero fue, sin duda, una vuelta al origen de la fotógrafa y quizás un incentivo para haber retomado su carrera en este punto de su vida.

            La noche del 5 de enero, después de haber trabajado incansablemente para recaudar fondos con el objetivo de dar regalos por el día de Reyes a los niños españoles refugiados en México, Tina acudió a una comida con algunos amigos en la casa del arquitecto alemán de la Bauhaus Hannes Meyer acompañada por Vittorio Vidali quien se retiró temprano por tener que terminar un artículo. El arquitectó instó a Tina a quedarse y tras agradecer las ofertas de acompañamiento a casa y sentir dolores agudos en el vientre tomó un taxi para dirigirse al Hospital General en solicitud de auxilio médico pero falleció en el camino. Abandonada en el centro de la ciudad por el taxista, su cuerpo fue hallado por agentes policiales al día siguiente. Los medios de comunicación difundieron la hipótesis de que la muerte «no deja[ba] de ser sospechosa por la forma en que ocurrió, la autopsia vendría a definir la causa del deceso, pues pudiera ser que hubiese sido asesinada por manos criminales» quedando la averiguación a cargo de la Procuraduría del Distrito Federal. Días después se revelaba la noticia de que la causa de la muerte había sido la de «congestión visceral generalizada»[14] rumoreándose la posibilidad de que hubiese sido envenada en una típica eliminación stalinista girando la sospecha sobre su propio compañero Vittorio Vidali quien, al parecer, desapareció por aquellos días de la vida pública.

            La obra y el compromiso político de la italiana configuraron, en la Historia mexicana, el ejemplo más significativo de la militancia de izquierda en el primer cuarto del siglo XX. Su imaginario y su emoción vital contribuyeron no sólo a una producción artística que es reflejo de la militancia del Partido en el momento sino también a la construcción del discurso político y algunas de las Escuelas Libres (como la de Agricultura de la cual fue su filántropa) que llevaron la Educación a la nueva generación de mexicanos.

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[1]    Véase Renato MOLINA, «Obras de Tina Modotti», Forma, número 4, 1927, pp. 30 y 33.

[2]    Para más información véase Ma. de las Nieves RODRÍGUEZ Y MENDEZ, «Una aproximación a la estética posrevolucionaria en México: Tina Modotti y el muralismo mexicano», La Torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales, España, número 4, invierno de 2007/2008, pp. 102-107.

[3]    Varios fueron los comunistas apresados por considerárseles cómplices de este atentado. A la Jefatura de Policía del Distrito Federal llegaron Alberto Martínez, secretario general de la Cámara de Trabajo Unitaria del Distrito Federal, Valentín S. Campa, secretario general interino de la Confederación Sindical Unitaria de México, Ignacio Guzmán, miembro del Comité Ejecutivo de la misma Cámara de Trabajo y Tina Modotti. Se giraron telegramas y cartas de protesta a la Secretaría de Gobernación  para exigir la libertad de sus compañeros, como fueron las protestas del Sindicato de Obreros, Panaderos y Similares, el Sindicato de Carpinteros y Similares, la Confederación Sindical Unitaria de México, el Socorro Rojo Internacional, la Comunidad Agraria del Tesoro del estado de Veracruz, la Federación Obrera de Tamaulipas y la Federación Minera de Jalisco.

      Archivo General de la Nación (AGN), Fondo de la Secretaría de Gobernación, Caja 259, Exp. 34.

[4]    El dictamen fue dado por el Jefe de la Policía, el General Brigadier José Mijares Palencia en el oficio número 1979 con fecha de 12 de febrero de 1930.

      AGN, Fondo de la Secretaría de Gobernación, Caja 259, Exp. 34.

[5]    Amigos de Tina Modotti revelaron el descontento que sentían por la militancia de la fotógrafa a la cual atribuían la responsabilidad de su mala situación económica y política. El 18 de septiembre de 1929 Monna Alfau escribiría a Edward Weston

      «En cierta forma me indigna el modo en que Tina lo sacrificó todo por el maldito Partido Comunista, que no sirve para nada, bola de holgazanes sin oficio ni beneficio, que ni siquiera hacen teoría o estudian a fondo los problemas, sino que son líricos, grillan y hablan todo el tiempo, sin cultura o conocimiento, no quieren estudiar o tener una disciplina o un método».

      Tina MODOTTI,  Una mujer sin país. Las cartas a Edward Weston y otros papeles personales, México, Ediciones Cal y Arena, 2001, p. 85.

[6]    Ibidem, pp. 218-219.

[7]    Horacio CRESPO, “”El comunismo mexicano en 1929: el “giro a la izquierda” en la crisis de la revolución” en El comunismo: otras miradas desde América Latina, CEIICH-UNAM, 2007, pp. 559-586.

[8]    El embajador estadounidense Dwight Morrow había desaconsejado al Presidente romper las relaciones con la Unión Soviética alegando que la decisión correspondía a un impulso radical que no coincidía con los lineamientos internacionales de adoptar a la URSS como un país con el cual entablar relaciones. Le comentaría de igual modo la posibilidad de abrir una embajada soviética en Washington.

[9]    «Las oficinas del Partido Comunista y de El Machete cerradas por el Gobierno», El Machete, año V, número 168, 8 de junio de 1929, p. 1.

[10]  AGN, Fondo de la Secretaría de Gobernación, Caja 61, Exp. 11.

[11]          Fue en ese momento que escribió a Manuel Álvarez Bravo contándole acerca de su activismo político en el país y culpando en cierta forma a este trabajo por su falta de tiempo para dedicarse a la fotografía. La Graflex que había llevado desde México fue entregada a un amigo suyo para que la vendiese en los Estados Unidos y con el dinero sacado comprar una nueva cámara más compacta y portable, una Leica con la que realizar de modo más ágil algunos reportajes de la ciudad.

[12]  «Correspondencia de Tina Modotti a Manuel Álvarez Bravo», Alquimia, número 3, mayo-agosto de 1998, p. 40.

[13]  Christiane BARCKHAUSEN-CANALE, Verdad y leyenda de Tina Modotti, Cuba, Editorial Casa de las Américas,  1989.

[14]  «Tina Modotti falleció en forma extraña y repentina», El Universal, Segunda sección, 7 de enero de 1942.

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