Del político corrupto al prestigioso académico, último cartucho del capital
Del político corrupto al prestigioso académico, último cartucho del capital*
Marco Vinicio Dávila Juárez, miembro del CC del PCM.
Un fenómeno a analizar es el creciente rechazo por parte de los electores hacia los políticos profesionales, seres vistos como despreciables por corruptos, ladrones, incultos e ignorantes, que ya no sólo no resultan atractivos para ganar votos, sino que inhiben la participación de los electores durante los procesos donde la democracia debe ser la única ganadora, generando altos índices de abstencionismo, lo que cuestiona la legitimidad de los candidatos ganadores y pone en duda la utilidad de todo el sistema electoral mexicano.
Esta profunda animadversión ha sido alimentada desde los medios de comunicación masiva, impresos, televisivos y electrónicos, siempre fieles al boletín de prensa que sale desde la Segob y que de pronto rompen ese maridaje con los políticos “tradicionales”, es decir los que le sirven a sus intereses de manera abierta, y los denuestan, los exhiben, los “linchan” mediáticamente y logran un rechazo popular masivo también en contra de estos políticos, algo que por cierto no resulta difícil pues efectivamente son todo eso que dicen que son y más. El caso más emblemático fue el que protagonizó René Bejarano en el 2004, cuando era secretario particular de López Obrador, exhibido durante una entrevista en un programa conducido por Víctor Trujillo en su papel de Brozo.
Hoy, las llamadas redes sociales, se han encargado de difundir todo tipo de actos de corrupción por servidores públicos de todos los niveles de gobierno, decenas de vídeos aparecen diariamente en internet como evidencia de corrupción, abuso de autoridad, prepotencia, impunidad y hasta ignorancia. Lo mismo de las policías municipales que del propio presidente de la república, pasando por todos los puestos de elección popular.
Ante esto, fue la “vieja” socialdemocracia del PRD, la que primero recurrió a las “candidaturas ciudadanas”, como una forma de presentar una imagen de candidatos diferentes, dando una cuota de candidaturas a “ciudadanos” sin militancia política, los demás partidos imitaron tal acción, y la desgastaron totalmente, pues cuando un “candidato ciudadano” ganaba la elección y tomaba posesión de su cargo, inmediatamente asumía los intereses de su clase social e, inevitablemente se corrompía; luego, más recientemente, surgen las “candidaturas independientes” que casi inmediatamente son aprovechadas por políticos profesionales que renuncian a su partido o se quedan sin partido que los cobije, en aras de los intereses de su clase; y, llegamos finalmente a la “nueva” socialdemocracia de MORENA, que pretende encontrar la solución a todos los males del país combatiendo la corrupción y por lo tanto presenta un “gabinete” formado por un equipo de prestigiosos académicos para gobernar, en caso de que su candidato gane la presidencia.
Hoy día, además de empresarios, funcionarios y ex funcionarios, un buen número de académicos ocupan un lugar en los gobiernos corporativos de los principales bancos que operan en México, otros forman parte de los consejos de administración de grandes empresas; y, otros más son consultores de grupos empresariales. Algo que por cierto no debe ser extraño, ya que información es poder.
Es cierto, en todos los partidos hay operadores de los grupos financieros o monopólicos que actúan en el país. José Francisco Gil Díaz, consejero de BBVA-Bancomer, priísta, sub gobernador del Banco de México, secretario de hacienda con Vicente Fox, ha sido también consejero de Banamex y HSBC; Jaime Sierra Puche, consejero de BBVA-Bancomer, priísta, fue parte del gabinete de Salinas de Gortari y también en el de Ernesto Zedillo, encabezó el equipo que negoció el TLCAN, socio de SAI Consultores que él mismo fundó y participa de otros consejos en empresas como Fresnillo PLC y Alpek; Jesús Federico Reyes Heroles González Garza, consejero de Santander, priísta, ex director de PEMEX con Calderón, antes fue secretario de energía con Zedillo y embajador de México en EEUU y forma parte de los consejos de administración de monopolios como OHL México y Energy Intelligence Group; Alfredo Elías Ayub, consejero de Banorte, priísta, fue director de CFE y ASA, ocupó diferentes cargos en la Secretaría de Energía, es presidente de Promociones Metropolis, su hermano Arturo es consejero de Grupo Inbursa, y esposo de Johana Slim Domit, hija del hombre más rico de México, Carlos Slim. Y así podemos seguir enumerando funcionarios y ex funcionarios que son personeros de monopolios que actúan con impunidad, como Javier Lozano Alarcón, priísta, panista y otra vez priísta, con larga carrera en la función pública y actualmente senador de la República, durante la tragedia de Pasta de Conchos, en la región carbonífera de Coahuila en la que murieron más de 60 mineros en el 2006, se evidenció como operador de Grupo Industrial Minera México; o Purificación Carpinteyro, perredista, con carrera en la administración pública, ex diputada federal y al servicio también de varios monopolios de la comunicación; Enrique Krauze, consejero de Santander, académico.
Así que, al ser presentados como su equipo para gobernar los “científicos” elegidos por AMLO, fueron ostentados únicamente sus logros académicos que, por cierto en algunos casos son de resaltarse, pero se omitió dar más información sobre sus actividades extra académicas, en la “iniciativa privada”. Donde encontramos, además de títulos en Harvard, Cambridge, Oxford, Tec. de Monterrey, UNAM, Poli, UAM, entre otras; consejeros de grupos financieros, consejeros en monopolios del petróleo, de la navegación aérea, de las comunicaciones, del turismo y de un sinnúmero de pymes a través de la CANACINTRA y la CANACO-Servytur. Consultores y consejeros externos de organismos financieros internacionales.
Krauze es en realidad un intelectual desprestigiado, no sólo porque escribe para alagar al poder del dinero, sino por sus vínculos evidentes con algunos monopolios; veremos cuánto tiempo tarda la socialdemocracia en quemar este cartucho.
*Artículo escrito en febrero de 2018
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