La Gran Irresponsabilidad de los Jefes de Estado en Glasgow
Por: Héctor Ramírez Cuéllar
La reunión de los jefes de estado, efectuada en la capital de Escocia, terminó en un rotundo fracaso pues no se tomaron acuerdos concretos, ni medidas específicas que fueran medibles, para detener o conjurar los fenómenos que en su conjunto producen el cambio climático, que representa hoy en día la mayor amenaza que se cierne sobre la humanidad entera. Solo se ratificaron los acuerdos de París, las propuestas que ya se habían alcanzado en esa ocasión, pero ni siquiera se hizo una evaluación del grado de cumplimiento de las metas que se propusieron.
Los jefes de estado y representantes que se reunieron en Glaswog emiten en su conjunto, el 80 % de los gases contaminantes que se envían a la atmósfera y que se denominan efecto invernadero, en virtud del cual se han elevado los grados de calentamiento más allá de lo deseable, más allá de 1.5 grados, habiéndose provocado en los años recientes más incendios, sequías, inundaciones, derretimiento de los polos y otros sucesos igualmente nefastos y destructores.
Los países pobres, como siempre sucede, han sido los más afectados y requieren un apoyo de 100 mil millones de dólares, que, desde luego, nadie quiere proporcionar, pero las grandes potencias declaran que sí lo harán, lo cual se pone duda sistemática por todos los observadores políticos.
Con anterioridad, durante la etapa de la guerra fría, el mayor riesgo a los que se enfrentaban los pueblos del mundo, era el posible estallido de una guerra nuclear, pero ahora, con la desaparición de la Unión Soviética, esa eventualidad ha pasado a un segundo plano y el máximo peligro de carácter global, es el calentamiento atmosférico, que se puede disminuir si las grandes potencias así lo decidieran, realmente y no en los discursos, sacrificando o posponiendo una serie de metas de carácter industrial, comercial o financiero que se han formulado en la lucha que tienen entablada entre ellas. Pero esto no sucedió, ya que los acuerdos ya citados solo tienen el carácter de meras recomendaciones, es decir, no se cumplirán, persistiendo la amenaza de una verdadera hecatombe mundial.
Los grandes contaminantes, los Estados Unidos, China, India, Rusia, Comunidad Económica Europea seguirán realizando su labor depredadora pues existe entre ellas una auténtica carrera industria y militar por establecer y fortalecer una nueva división internacional de bloques, siempre pensando en beneficio de sus respectivos intereses nacionales.
Durante el antagonismo soviético norteamericano, se conformó un gran movimiento internacional de partidarios de la paz mundial y del desarme nuclear, encabezados por el Consejo Mundial de la Paz, que fue un organismo coordinador y promotor de todas estas acciones y esfuerzos, de carácter pluralista, que permitió la activa movilización de millones de personas de diferentes posiciones políticas e ideológicas, credos religiosos y filosóficos, respetando estrictamente las diferencias que había entre ellos, ya que lo que los unía era un objetivo superior, defender la vida, pues una guerra atómica tendría efectos desastrosos, a corto y largo plazos, en todo el planeta y no solo en los territorios y poblaciones de los países involucrados en los conflictos políticos internacionales.
En México, se formó el Movimiento Mexicano por la Paz, que después se agregó por la Solidaridad Antimperialista, que en un periodo estuvo encabezado por los generales Lázaro Cárdenas y Heriberto Jara que realizó grandes protestas y concentraciones populares, contra el posible riego de un enfrentamiento atómico. En dicho Movimiento participaron no solo militantes de la izquierda sino también del PRI, personalidades que no pertenecían a ningún partido, mexicanos que tenían diferentes orientaciones políticas como masones, liberales, católicos y socialistas, mujeres y jóvenes y organizaciones sindicales. Recordamos que uno de los últimos dirigentes fue el licenciado Adolfo Mejía González, hombre de izquierda, ajeno al sectarismo, firme convencido de que la lucha por preservar la paz era o debería ser un movimiento amplio, si se deseaba tener éxito.
En nuestro país, existen muchas agrupaciones que luchan contra el cambio climático y sus efectos, pero no están integradas en un frente nacional, como lo fue el Movimiento Por la Paz, la Solidaridad Antimperialista y el Desarme por lo que sería deseable que se evocara y reiterara esta experiencia de carácter organizativo, se creara una entidad colectiva, representativa de todas las fuerzas participantes, con una dirección colegida, democrática en su funcionamiento interno, ya que está comprobado que sin la exigencia de grandes sectores de los pueblos, los jefes de estado se concentran solo en la defensa de sus intereses políticos y en la realización de sus inversiones, teniendo siempre una visión de corto plazo y ajena al mundo que nos rodea.
Es condenable que, en la reunión de Escocia, hayan estado ausentes los presidentes de China, Rusia y de México, y por lo tanto tienen una mayor responsabilidad política en la producción del cambio climático pues demostraron que no les interesa llegar a acuerdos sobre asuntos que son de vital importancia no para un país o conjunto de países sino para la humanidad entera. Probablemente ya sabían que no habría ningún compromiso real y verificable y por eso no concurrieron porque no circuló previamente un borrador de una declararon final que consignara la existencia de objetivos específicos. En la práctica, estaban realmente preocupados, sobre todo los dos primeros, por alcanzar altas tasas de inversión industrial en distintas actividades económicas y militares, y sobre todo emplear todo tipo de energías, entre ellas el carbón, cuyo uso ha sido condenado de una manera general.
En relación con la ausencia del Presidente Andrés López Obrador, ésta es totalmente explicable, pues no está interesado, nunca lo ha estado, en conocer los grandes problemas internacionales y mundiales y en influir en su solución a favor de la humanidad y al igual que Trump en su momento no comparte ninguna preocupación por enfrentar el cambio climático y sus consecuencias y por ello no existe ningún plan, ningún programa, ninguna inversión importante que permitiera estimular el crecimiento de las energías limpias y así se confirma en el proyecto de ley de energía eléctrica.