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Los políticos en México; cínicos e hipócritas

 

Por: Federico Piña Arce

 

Recientemente el gerente en turno del sistema capitalista mexicano, que por cierto ocupa un palacio, aunque dice “gobernar para los pobres”, acaba de definir con precisión a la llamada “clase política” mexicana. Esto lo hizo al señalar que existían dos clases de políticos mexicanos: los cínicos, es decir los que descaradamente roban, y los hipócritas: es decir los que dicen no robar, pero lo hacen.

Y rápidamente se identificó con uno de los dos grupos, al asegurar que prefería a los cínicos. Vale la pena comentar que los que calificó como cínicos fue a sus antiguos correligionarios, los militantes del PRI. Y no es extraño que lo haga, a fin de cuentas, abreva de la fuente que lo vio nacer en la política.

Pero lo más importante de esta definición está en lo que olvidó. Deliberadamente omitió que en el partido ahora en el poder, es decir Morena, se conjugan los dos tipos de políticos y más. Están por igual los cínicos (Bartlett, Ebrard, etc.), los hipócritas (Germán Martínez, y los que fueron ex panistas) y también los conservadores, los diputados y senadores del PES.

Con la tácita aceptación de que la clase política mexicana está sólo conformada por cínicos, hipócritas y conservadores, queda muy claro que la opción de izquierda que los medios de comunicación tercamente quieren adjudicarle a este gobierno, es sólo una falacia. Cómo también es una falacia la supuesta disputa entre conservadores y liberales.

AMLO funciona, en pleno siglo XXI a la manera de los socialistas pre marxistas del siglo XIX, sólo que aquéllos lo hacían con ingenuidad, pero buscando la tierra prometida de la igualdad social y éste lo hace con perversidad, engañando a la mayoría trabajadora.

De los primeros, Marx escribía que “los primeros socialistas se veían obligados a limitarse a soñar con una sociedad modelo y a condenar todas las tentativas de la clase obrera tales como la huelga, las alianzas y os pronunciamientos políticos”. AMLO engaña cínicamente con una transformación quebrando la organización independente de la clase trabajadora.

Ambos, los utopistas del siglo XIX y AMLO sólo tenían, tiene en mente, reformar, “hacer más humano” al sistema de explotación vigente, ninguno a transformarlo socialmente. Los cínicos del presente tratan de detener el desarrollo social, de, en todo caso, amoldarlo a sus intereses, a sus visiones. Esta forma de conducirse, al margen de los grandes movimientos de masas que son los que verdaderamente generan las transformaciones, sólo han generado derrotas en el movimiento obrero internacional.

Y esto es así porque este tipo de políticos, supuestos salvadores del pueblo odian cualquier movilización popular que salga de su control. Por eso niegan la lucha de clases. Escribían Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: “A medida que la lucha de clases se acentúa y toma formas más definidas, existe, por parte de los socialistas utópicos, un fantástico afán por abstraerse de ella, negándola y negando, a su vez, cualquier forma de organización de los trabajadores que salga de los límites de las “justas sociedades que imaginan”.

La izquierda comunista mexicana, agrupada tanto en su partido comunista como en cientos de organizaciones sociales del campo y la ciudad, deben de fomentar el desarrollo de un debate que coloque a cada quién en su lugar. Es una traición a la clase obrera y al movimiento social en su conjunto llamar a apoyar a un gobernante que sólo ha mostrado la faceta conservadora del viejo régimen priista.

AMLO se ha declarado abiertamente en contra de las principales banderas que enarbolamos desde hace más de cuarenta años. Reivindicaciones que se han arrancado a los gobiernos de la burguesía mexicana a base de muertes, represión, movilizaciones, cárceles. La defensa de los derechos humanos, el avance del movimiento feminista, la lucha por preservar el planeta de la depredación capitalista a que es sometido, son, entre otras, demandas que hemos enarbolado los comunistas y socialistas revolucionarios.

Contra estos derechos y luchas, así como contra la organización social al margen del gobierno, contra estas banderas del movimiento revolucionario mexicano se ha expresado Andrés Manuel López Obrador. Engañan y traicionan a la clase obrera quienes sostienen que este es un gobierno “de izquierda”, incluso “progresista”.

El conservadurismo se ha apoderado del gobierno actual. Los que colaboran en él y que vienen de los partidos de la clase obrera, están jugando el papel de sus antecesores en los años 30 del siglo pasado. La colaboración de clases que impulsan los miembros y dirigentes de la supuesta izquierda mexicana los está llevando a formarse a la cola de la clase política mexicana que el propio AMLO ha calificado como cínica e hipócrita.

Y este conservadurismo, este afán por abstraerse de la lucha de clases, ésta conformando una visión que sólo beneficia a los monopolios. Se habla de que hay un intento por militarizar aún más a la llamada “guardia nacional”. ¿pues a qué se le teme? Ante el fracaso de la llamada “transformación” la mayoría trabajadora se comienza a movilizar. Aún son pocos los movimientos, pero se siente, se palpa la inquietud, la molestia de la mayoría trabajadora, que observa, irritada y enfadada cómo los beneficiados con la “transformación” son los de siempre, es decir la burguesía y los monopolios.

La exacerbación de la lucha de clases pronto generará movilizaciones, protestas, organización social. La derecha y el conservadurismo se preparan para enfrentarlos. Los revolucionarios tenemos la obligación de prepararnos también para estar junto al pueblo trabajador.

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