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El T-MEC y el Nuevo Charrismo Sindical

 

 

Características De La Reforma Laboral, Quinta Entrega.

 

Por: Héctor Ramírez Cuéllar

 

La legislación laboral derivada de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio, tiene la finalidad económica esencial de fortalecer la capacidad productiva industrial de los tres países que componen el Mercado Norteamericano, considerado como un bloque, para impedir que la expansión de la República Popular China domine globalmente el mundo en las próximas décadas, buscando que México aumenta en forma considerable sus exportaciones manufactureras, de bienes y servicios, y también para impedir que aquella gran nación pudiera incrementar su presencia económica y política en América Latina.

Desde el gobierno de Enrique Peña Nieto y ahora el que encabeza Andrés López Obrador se maneja la concepción de que es no solo inevitable sino, hasta deseable la conformación del Mercado Común de Norteamérica, considerando que esta imbricación es positiva para el desarrollo de nuestro país. Por razones estratégicas, al gobierno de México no le interesa, ni le conviene, ampliar o afianzar sus intercambios comerciales, científicos, tecnológicos con los países de América Latina, a cuyas naciones les hemos dado la espalda desde hace muchos años.

Tampoco les ha convenido, ni les ha interesado, aumentar sus exportaciones hacia los países de la Comunidad Económica Europea, muchos menos con Rusia, cualquier intento por vincularse en forma más estrecha con la República Popular China, de inmediato suscita el enojo y la irritación de Washington y esto se considera peligroso para los intereses nacionales y para la ejecución del programa de la cuarta Transformación. Hay que recordar la increíble docilidad y complacencia que mostró López Obrador ante Trump, que llegó al extremo de amenazar con la aplicación de aranceles a nuestro país y con enviar tropas yanquis a nuestro territorio para perseguir a los narcotraficantes.

Los lazos de amistad y de solidaridad que se dicen tener con los regímenes de Venezuela, Cuba y Perú, constituyen solo manifestaciones retóricas de una política nacionalista que desde el periodo de Carlos Salinas de Gortari dejó de observarse, lo único que verdaderamente les ha importado a los últimos gobiernos es lograr mayores inversiones norteamericanas en nuestro mercado interno, y ahora esta condición de extrema dependencia se ha acentuado aún más pues la recuperación económica del país, después de los efectos devastadores y paralizantes que ha dejado la epidemia del corona-virus, descansa en la esperanza, precisamente de “que la locomotora yanqui nos pueda jalar” mediante una demanda mayor de nuestros productos, bienes y servicios, que continúen las remesas de los mexicanos radicados en la Unión Americana, ya que de ellas depende el consumo y hasta la vida misma de millones de compatriotas en territorio nacional.

Las inversiones chinas en otras naciones se caracterizan por los bajos salarios, las jornadas laborales extenuantes, el tratamiento denigrante de los trabajadores y este esquema implica para los dirigentes de esa nación, mitad capitalista y mitad socialista, una serie de ventajas económicas sociales y políticas. El modelo laboral chino es brutal y en gran medida es parecido al que se trata de implementar en México y otras naciones, como una concreción del Tratado de Libre Comercio, es decir, descansa en la máxima expoliación de los ingresos de los obreros y de los trabajadores en general, para incrementar y sostener las utilidades de las empresas chinas, que son similares por su naturaleza y orientación a las compañías norteamericanas.

La creación y el funcionamiento de los sindicatos patronales como sustitutos de los sindicatos del periodo del llamado corporativismo sindical, es decir, de los que estuvieron vigentes en la época en que el PRI fuera el partido hegemónico, es la alternativa que se abre en esta etapa del capitalismo, pero tiene algunos rasgos que lo hacen diferentes y más agresivos, ya que se abre la posibilidad de que la conciencia clase de los trabajadores no pudiera desarrollarse y fortalecerse pues prevalece la tesis de que los intereses del capital y los de los obreros, son los mismos, que son miembros de clases sociales, que tienen intereses comunes, compartidos, que nos recuerdan las prédicas de la doctrina social de la iglesia católica, expresada en las encíclicas papales, que preconizaba la armonía, la paz, la cooperación, la amistad, entre el capital y el trabajo. Estas son las tesis que sostiene la democracia cristiana, sindical y política, a través de los miembros de lo que fuera el Frente Auténtico del Trabajo que ahora han encontrado un campo propicio para llevar a la práctica sus concepciones políticas sociales.

 

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