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La lucha organizada de los trabajadores de la salud en México

La precariedad, el desempleo, la enfermedad y la muerte.

 

Por: Isaac Corrales

 

Los trabajadores y trabajadoras de la salud enfrentamos pérdidas tras pérdidas a lo largo de muchísimos años, más de treinta para decir un número. Las crisis económicas, sociales y culturales las seguimos resintiendo los trabajadores de la salud que no contamos con una jubilación, una plaza o derechos como los que se contaba anteriormente y que beneficiaban al trabajador en su desarrollo laboral, personal y familiar.  Las pérdidas se siguen sumando, y no solo lo podemos apreciar en la mutilación a nuestros derechos laborales, sino también en los fallecimientos derivados de la crisis sanitaria por covid-19 y de la violencia impune.

Los trabajadores de la salud, junto con la población proletaria, constituimos la clase menos sana del sistema de la salud en nuestro país. Los trabajadores somos desechables: con un reemplazo inmediato, propensos a la enfermedad, física, emocional y mental. Nuestro sector está cada vez más sometido a duros recortes presupuestales; violencia laboral; violación y eliminación de nuestros derechos y de los contratos colectivos de trabajo. Somos empujados al endeudamiento económico, la mala alimentación, el contagio, la enfermedad fisiológica y mental; somos divididos, aislados, censurados, encarcelados y asesinados.

De Tijuana a Tapachula; de la Ciudad de México a Oaxaca; de Michoacán a Tabasco, y en toda la república mexicana los trabajadores de la salud hemos salido a las calles a exigir un régimen de jubilaciones y pensiones justo, y del cual carecemos. Hemos salido a denunciar que al inicio de la pandemia por covid-19 no nos proporcionaban equipos de protección personal, ni siquiera cubrebocas Kn95, y que en la actualidad aún carecemos de herramientas de trabajo actualizadas, en óptimas condiciones y que sean adecuadas respecto a la sobredemanda de atención que recae sobre la poca infraestructura, las plantillas laborales incompletas e insuficientes y la falta de basificación masiva para los trabajadores de la salud. Luchamos para que la enfermedad del covid-19 fuera parte de la lista de riesgos de trabajo, pues los trabajadores de la salud fuimos portadores del virus, contagiándonos y contagiando a nuestras familias, exponiéndonos a nosotros mismos y a la derechohabiencia.

Muchos de nuestros seres queridos y miembros de nuestras familias fallecieron, así como cientos de miles de muertos entre la clase de los trabajadores en general. Salimos a las calles para exigir la vacuna, y obtuvimos solo promesas por parte del gobierno de López Obrador al declarar que vacunarían como prioridad a todos los trabajadores de la salud; y lo cierto fue eso, que se trató de una promesa, de un pronunciamiento político mediático. Como sector y clase fuimos sometidos a un nuevo régimen, a una nueva etapa de precarización, al desempleo, a despidos y violaciones a nuestros derechos laborales. Y a esto último le llamaron la nueva normalidad. Pero ¿qué es esto? Pues bueno, simple y sencillamente la laceración de nuestro sistema sanitario público. Los trabajadores de la salud han sido asesinados, encarcelados, secuestrados, endeudados, despedidos, rescindidos de los derechos laborales y sindicales, privados de estabilidad laboral y económica, trastornados, violados, agredidos por la violencia que azota a nuestro país; sin derecho a estudiar, sin derecho a la justicia, sin derecho a la salud, colocados por la patronal y sus normas en confrontación constante con su misma clase, el proletariado. Derivado de la corrupción, la codicia, el poder de los monopolios, la manipulación y simulación de las autoridades al servicio de la burguesía mexicana y extranjera, así como de la explotación en hospitales y centros de salud.

En Baja California la gobernadora Marina Del Pilar es un ejemplo de que a nuestros gobernantes pertenecientes a la clase explotadora, abusiva y ruin, no les interesamos en lo absoluto. En las unidades del IMSS enfocadas y especializadas en la ginecoobstetricia, las mujeres trabajadoras viven en carne propia la decadencia y la precariedad derivada de los recortes presupuestales; la falta de mano de obra del sector en general; la corrupción; y la falta de capacitación al personal, de medicamentos e infraestructura. Sin empatía, sin conciencia de lo que viven las mujeres trabajadoras en México, la gobernadora parió en un hospital de Brawley, California, Estados Unidos. Allá donde las salas de quirófano o expulsión están completamente equipadas con todo lo requerido para atender a las mujeres, donde a las pacientes se les traslada con las mejores camillas y donde los medicamentos no son negados. Y se puede hacer una amplia lista de comparativas que demuestran la distinción que en la salud a diario se hace entre la clase trabajadora y la burguesía mexicana. ¿Y nuestro sindicato qué hace? Pues apoyar su campaña y su actual gestión. ¿A qué les suena?, Claro, a sindicatos charros, o al modo del patrón, que predominan entre los trabajadores de la salud.

Compañero trabajador. La lucha por los derechos de los trabajadores de la salud, debe ser organizada. Los trabajadores que luchan por obtener y recuperar sus derechos no deben ser cómplices del patrón. Dejar atrás el egoísmo y el individualismo es clave para un gran movimiento que luche por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores de la salud y la clase obrera en México. Por tanto, es vigente exigir la basificación masiva de los trabajadores de la salud y plantillas laborales completas en Baja California y en todo el país; la construcción inmediata de unidades médicas de alta especialidad en Tijuana y Baja California, así como la construcción de nuevos hospitales; una cultura organizacional favorable al desarrollo los trabajadores de la salud en entorno laboral; así como un alto a la violación de los contratos colectivos de trabajo, a la violencia laboral, a la represión sindical y al desempleo. Es decir, luchar organizados y unidos por los derechos de todos los trabajadores y por la salud de todo el pueblo.

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