Buscar por

Revocación de mandato: fortalecimiento de la dictadura del capital

 

Por: Alfredo Valles

 

El domingo 10 de abril se llevó a cabo en todo México un referéndum denominado Revocación de mandato. Si bien ocurría por primera vez, en realidad algunos rasgos que adquirió han estado presentes en la política burguesa del país durante la mayor parte del siglo XX, a la fecha. Este referéndum arrojó una participación oficial de arriba de 16 millones de personas, un 17% de participación activa, y la ratificación de AMLO como presidente.

La revocación de mandato surgió a instancias del gobierno, con la apariencia de una concesión y como ejemplo del supuesto carácter popular de aquel. Sin embargo, desde un principio se caracterizó por la arbitrariedad y la ilegalidad. Primero, el Estado movilizó al partido Morena para reunir firmas a favor de ratificar al presidente, reuniendo oficialmente 11 millones. Segundo, impuso al proceso un estricto ahorro de recursos –“austeridad republicana”-, para luego utilizarlo como justificación para denostar aún más al INE.

Posteriormente, el Congreso de la Unión aprobó violar la propia legalidad burguesa y permitir la propaganda oficial en plena veda electoral. Así, con una burda coartada, los funcionarios de todos los niveles se concentraron en las tradicionales labores de maquinaria electoral y el mismo Presidente como destacados miembros del gabinete, entre otros, se dedicaron sin medias tintas a hacer campaña en favor de la ratificación de mandato.

La llamada Revocación ha fortalecido al Poder de los monopolios, pues a los ojos de determinados sectores de la población trabajadora y popular presenta al Estado burgués como su representante, albacea y “salvador”; nada más ajeno a la realidad, y la explotación asalariada, la opresión y el encarecimiento de la vida así lo dejan ver. No obstante, la labor político-ideológica burguesa destaca un falso progreso democrático, cuando por el contrario la democracia burguesa se constituye cada vez más como dictadura y con ello se avanza hacia un partido fuerte, un partido de Estado, como lo fue el PRI previamente.

La arbitrariedad e ilegalidad de Morena no expresa sino la decisiones políticas y económicas de influyentes Monopolios, de una plutocracia. Por ello, en parte, la misma oposición burguesa contribuyó con su postura oficial de abstinencia al objetivo de afianzar a un nuevo partido de Estado, sin importar que vaya en gran medida en demérito de sí misma. Un Estado burgués con base popular, que permita asimilar todo acto indigno y violento como plausible; complementado con un partido socialdemócrata, demagogo, facultado para la colaboración de clases y un proyecto transexenal; y una oposición oficial funcional.

El INE, por su parte, que sirvió como gendarme de una ley electoral que ha burlado y excluido desde hace décadas a los trabajadores y sectores populares del ejercicio de sus derechos políticos por medio de sus propios partidos populares y/o revolucionarios, ahora envejecido, fuera de lugar en un contexto distinto de la correlación de fuerzas y la pugna interburguesa, pasará muy posiblemente de ser intermediario en un referéndum revocatorio a ser sujeto de su propia revocación como institución en la próxima reforma electoral.

El INE, desprestigiado por sus propias acciones al servicio de la dictadura del Capital, por su propia naturaleza burguesa, no ha podido más que realizar estériles medidas y sanciones frente al desparpajo ilegal de Morena y el Gobierno. Su propia impotencia frente a esto, su pasividad o anuencia tácita con tal proceder, manifiesta en no anular los resultados de la Revocación de mandato —como sería posible hacer por el cúmulo de agravantes— no es sino el desarrollo natural de los hechos que facultan a la burguesía para degradarlo con la llamada federalización de los procesos electorales, con la Secretaria de Gobernación como tentativo juez electoral. Como en la época del llamado “desarrollo estabilizador” (1940-1970) que AMLO destaca por lo general en sus discursos, y en la que el PRI consolidó la dictadura del capital, a la par que la concentración y centralización de capital que originó los monopolios contemporáneos; gracias a corporativizar a la clase obrera y sectores populares, establecer al ejército como leal ejecutor de intereses burgueses,  hacer dudar al pueblo y los revolucionarios del carácter urgente y prioritario de la revolución socialista, y envestirse en juez y parte en los procesos electorales y en la tutela de los derechos de los trabajadores.

El capitalismo, en su fase de Poder de los monopolios, es un modo de producción plagado de contradicciones. Y en cuanto al proceso de Revocación de mandato, la misma burguesía ha vuelto a éste en su opuesto, en su contrario, desde un principio. Es decir, en un proceso de ratificación. Ratificación y remozamiento del Poder burgués; ratificación y remozamiento de los sucesivos gestores y déspotas en turno al servicio de los monopolios, detrás de un perfeccionamiento de la dictadura del capital que “consulta al pueblo”.

AMLO no sólo hereda a la burguesía un presidencialismo robusto e incuestionable, un Congreso de la Unión envilecido y limitado a ser teatro de la resolución de pugnas interburguesas, sino una serie de mecanismos que procuran reestablecer la unidad nacional favorable a la burguesía y la confianza en el Estado burgués. Al tiempo, purifica al Ejército, que adquiere cada vez más protagonismo en la función pública y es presentado como el paladín incorruptible del pueblo, listo para estelarizar futuros escenarios de la dictadura del capital. AMLO y la Cuarta Transformación no son los campeones del pueblo, sino los renovadores de la Dictadura del capital en el preludio de escenarios en que la burguesía para mayores triunfos exige sujeción y más sacrificios a la clase obrera, a los trabajadores.

El mismo proceso de ratificación del Poder burgués, bajo el envase de ratificación de mandato, está preñado de dos plenos intereses de la burguesía: austeridad absoluta en su beneficio y precarización incesante de la clase obrera. Obrador y Morena mienten cuando argumentan que el menor número de casillas en la Revocación excluyó a votantes, pues más bien el mismo número de funcionarios electorales, cada vez más precarizados, cargó con la responsabilidad de ser intermediario de un mayor número de votantes. Aquí el INE, la oposición burguesa y Morena con sus aliados también están en sintonía.

El fortalecimiento del Poder burgués, de la dictadura del capital, confirma que el dogma de la lucha por la democracia en los marcos del capitalismo no es más que una decisión política favorable a la burguesía. En esa “lucha”, la democracia burguesa se vuelve más dictadura del capital, e instituye como sus rasgos fundamentales la simulación, la arbitrariedad, el fraude, el engaño, la coacción, la violencia reaccionaria y la impunidad.

En su lucha por la revolución socialista, los comunistas tenemos la tarea permanente de formar un Partido Comunista con cuadros solventes y preparados, disciplinados y audaces, que no sólo esclarezcan la putrefacción del poder burgués y la socialdemocracia, sino que luchen contra la dictadura del capital. Que logren acumular fuerzas por organización de clase, por derechos políticos plenos para el proletariado, por demoler la democracia burguesa.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *