Por: Isaac Corrales

Los trabajadores carecemos de un sistema de salud público favorable por entero a nuestros intereses, que atienda todas las necesidades médicas y psicológicas de la población. Diversos fenómenos sociales y culturales, como la migración interna, el desarrollo industrial, la concentración de fuerza de trabajo y capital en determinadas ciudades, etc., generan grandes asentamientos a lo largo de la geografía mexicana, más aún en las fronteras.

Derivado de estas circunstancias, la demanda al derecho a la salud crece cada año y en contraste cada año se reduce el presupuesto que destina el gobierno a la sanidad pública; no obstante que cada año la clase obrera produce mayores volúmenes de riqueza, si bien ésta se concentra a lo largo del país en pocas manos. Con la reducción al presupuesto se favorece a las empresas privadas que incursionan en la salud, a los monopolios.

No hay medicinas en las unidades públicas donde los trabajadores atienden sus padecimientos, pero siempre hay en las grandes cadenas farmacéuticas. De la misma manera sucede con cirugías e insumos para éstas, con estudios de imagenología, rayos x, laboratorios, mensajería, ambulancias, sistemas renobach u otros; y que las autoridades prefieren rentar o pagar a grandes empresas de la burguesía.

La saturación de los centros médicos de carácter público lleva a los trabajadores a endeudarse al recurrir al sistema privado de la salud, por la necesidad de atenderse de manera oportuna. Por ejemplo, las autoridades del IMSS en la actualidad subrogan sus servicios a unidades particulares con el pretexto de que no se dan abasto en las unidades públicas para atender a la creciente población; pero pueden pasar 20 años o más para que se planee construir un nuevo hospital: prefieren tener grandes fugas de miles de millones de pesos que invertir en infraestructura suficiente. De esto se trata la privatización de la salud pública.

Los incrementos a los costos de la canasta básica, la falta de empleo, bajos salarios y precariedad laboral tienen sometido y enfermo al proletariado, bajo la falsa promesa de López Obrador de un sistema de salud de “primer mundo” en el capitalismo. Los trabajadores de la salud, sean del ámbito privado o público, están precarizados, con largas jornadas, salarios raquíticos; sin seguridad social, aguinaldos, vacaciones y jubilación.

En los centros de trabajo hay compañeros que dicen que la privatización es algo de lo que se viene hablando desde hace décadas, y que simplemente no sucede. Pues bueno, en realidad la privatización de la salud viene ocurriendo de manera gradual, siniestra y silenciosa desde hace más de 30 años. El decaimiento del IMSS, de hospitales y centro de salud de las SS, contrasta con la presencia y ganancias de las clínicas de farmacia, los hospitales privados, las fundaciones del tipo Teletón y los monopolios como Red Salud, Salud Digna, etc. La privatización de la salud empobrece aún más a toda la clase trabajadora.

La lucha de los trabajadores de la salud es parte de la lucha de clases del proletariado. Y es por la basificacion generalizada, la jubilación digna, la construcción de hospitales y unidades de atención a la salud; así como por la expropiación de clínicas, farmacias, hospitales, laboratorios especializados e institutos hoy en manos de monopolios. Y dado que esta situación sólo se puede resolver de lleno con el socialismo, con un Poder Obrero, esta lucha es contra los monopolios mexicanos y extranjeros, contra el capitalismo.