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Cómo pagan los trabajadores norteamericanos la guerra en Ucrania

 

 

Por: Albert Minor

 

Una guerra imperialista, es decir, una guerra por y para el beneficio de los monopolios, no favorece en nada a las masas trabajadoras de uno u otro bando; así como en Ucrania dos pueblos hermanos son empujados a aniquilarse mutuamente para asegurar mejores ganancias para las oligarquías financieras; en Rusia, Europa y Estados Unidos, los trabajadores sufren directamente y son obligados a pagar por las consecuencias económicas de la guerra.

Así como en la circulación simple de mercancías la compra es venta y la venta es compra, un intercambio entre mercancía y mercancía-dinero, las sanciones económicas no consisten sólo en una suspensión de la compra sino también de la venta, es decir, que los propios monopolios se privan del ingreso de dinero o de mercancías al sancionar al bloque antagónico. Naturalmente, como ya lo demostró la economía política marxista, los capitalistas recargarán el peso de sus pérdidas en los trabajadores (recorte de prestaciones y de personal, aumento de precios, etc.). Así, la guerra económica no consiste, en su base, en la magnitud de las sanciones, sino en la capacidad de los monopolios para oprimir a la clase trabajadora en su conjunto. Veamos aunque sea una de las manifestaciones de este fenómeno en los Estados Unidos.

La más superficial y evidente de tales expresiones es el aumento de precios. De acuerdo con información del Departamento del Trabajo de los EUA, la tasa de inflación alcanzó en marzo del presente año el 8.5%, la más alta en cuarenta años; aunque puede apreciarse un incremento sostenido durante casi todo el año anterior, las alzas más dramáticas se dan desde noviembre, justo en el momento en que las tensiones interimperialistas comenzaban a señalar una inminente guerra en Ucrania. Al gobierno de EUA y a sus propagandistas conviene, sin duda alguna, enfatizar sólo la superficie del problema, el desencadenante del aumento: la guerra en Ucrania – toda vez que, por añadidura, ellos mismos se posicionan en el bando “agredido” –; ocultando así las causas profundas consistentes en las podridas y decadentes relaciones capitalistas-imperialistas.

Como ejemplo, Los Angeles Times publica que “El alza de los precios obedece al estrangulamiento de las cadenas de suministro, la elevada demanda y los trastornos a los mercados globales de alimentos y energía agravados por la guerra de Rusia contra Ucrania” y que “Occidente ha respondido con sanciones a los brutales ataques de Moscú, que han trastornado los mercados globales de alimentos y energía” (12 de abril); mientras que, en la misma fecha, El Economista señala que “La principal responsable de este incremento es la gasolina, que se disparó tras la invasión rusa” y que “El informe es el primero que registra el impacto provocado por la guerra y las sanciones occidentales contra Moscú, que han provocado el aumento de precios de la energía y alimentos en todo el mundo.”. Y cosas similares pueden encontrarse El País, Deutsche Welle, CNN y demás propagandistas de Occidente y de la OTAN.

Para los monopolios estadounidenses – como ha sido siempre para la burguesía – resulta más conveniente y fácil vulgarizar el problema y asegurar a los trabajadores que “la culpa es de Rusia por invadir Ucrania”, sacando del cajón de herramientas al viejo nacionalismo y a los “derechos humanos”; en vez de reconocer que “decidimos recargar las pérdidas de nuestra guerra en ustedes”.

A pesar de lo unilateral y parcial con que los propagandistas de la economía burguesa abordan el problema, éstos no pueden dejar de mencionar un aspecto de la realidad, no pueden dejar de mentir sin decir algo de verdad: que la guerra trastorna la dinámica de la producción y el comercio mundiales (es decir, las relaciones capitalistas-imperialistas de producción) y que sus consecuencias son literalmente pagadas por los trabajadores. El aumento de los precios sin aumento de capacidad adquisitiva, o sea, la inflación, es una de las formas en que los monopolios transfieren los costos de la guerra en Ucrania a los trabajadores, es uno de los medios por los que los trabajadores terminan pagando la guerra de los monopolios.

Los trabajadores norteamericanos deben comprender que el envío de armamento a Ucrania y las sanciones a la oligarquía financiera rusa no son en su beneficio, de la misma manera en que la invasión de Rusia a Ucrania no es en beneficio de la clase trabajadora rusa ni ucraniana. Deben comprender que los monopolios le hacen pagar su guerra por los mayores mercados y el incremento de sus ganancias; que el enemigo no son los rusos ni ninguna otra nación, sino las oligarquías financieras, empezando por la de su propio país, y no olvida cómo ésta los ahoga en un mar de deudas y los despoja de sus hogares.

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