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Ucrania; Chivo expiatorio de las grandes potencias capitalistas

 

 

 

Por: Héctor Ramírez Cuéllar

 

Al cumplirse cien días de la invasión de Rusia a Ucrania, se confirma que, desde el punto de vista de una definición general,  Ucrania, su pueblo y su territorio se ha convertido en un “chivo expiatorio” de las grandes potencias  capitalistas y nucleares, que, el conflicto geográficamente se ha  reducido solo a la región este de ese país y de  seguir el curso de las  hostilidades, la guerra se prolongará, en beneficio exclusivo de los Estados Unidos, Rusia, la OTAN y China que siguen sin participar abierta y directamente en esta conflagración, utilizando una de las tácticas de la etapa de la  guerra fría, en la que los Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaron empleado como intermediarios y víctimas a otros países.

Aunque es evidente la superioridad militar y tecnológica de Rusia debemos reconocer que ha sido derrotada, ya que no fue capaz de conquistar  la ciudad de Kiev, ni de provocar la caída del gobierno de Zelenski y que  asumiendo una modificación esencial de la estrategia empleada, se ha concentrado en la región del este, en la zona del Donabas, en los espacios  de las repúblicas de Donetsk y Lujansk, que ya estaba bajo el dominio político ruso desde el año de 2014, ocupando solo el 20 % del territorio ucraniano, sin haber podido avanzar en el resto de las regiones centrales.

Por el contrario, ha salido fortalecida desde el punto de vista militar y político la OTAN y se han renovado los vínculos que tenía el gobierno de los Estados Unidos con ese bloque armado, Rusia ha quedado aislada y desprestigiada en el escenario internacional, se ha debilitado notablemente su economía en  virtud de la aplicación de sanciones que están en curso, ya que los gastos de guerra se han elevado en forma estratosférica, habiendo fracasado los proyectos y estimaciones que se tenían al  inicio de la  invasión. En síntesis, la guerra está empantanada en una sola región de Ucrania, lo que se traduce en una derrota militar y política para Rusia, pero al mismo tiempo se aviva el peligro de escalar el conflicto, incluso incrementándose la   posibilidad de emplear armas nucleares por parte del gobierno de Putin, ya que su proyecto expansionista se ha paralizado por la firme resistencia que han ofrecido el ejército y el pueblo ucranianos.

Al cumplirse cien días de que las tropas rusas traspasaran sus fronteras y penetraran a territorio del vecino país, el panorama es desolador, ya que han sido destruidas  o semidestruídas más  100  ciudades pequeñas y medianas, sobre todo la ciudad Mariúpol que ha sido convertida en un gigantesco  montón de escombros, han salido de Ucrania cerca de 5 millones  de refugiados, sus instalaciones industriales, ferroviarias, terrestres han sufrido graves daños y han perdido la vida más de 15  mil militares rusos y un número no precisado de civiles ucranianos, sobre todo ancianos, mujeres y niños.

En estas circunstancias trágicas, en lugar de que se puedan iniciar negociaciones pacíficas entre los gobiernos de Rusia y de Ucrania, se insiste en impulsar la continuidad de su enfrentamiento bélico, ya que el régimen de Joe Biden  ha enviado el sexto paquete de ayuda militar que consiste en armamento antimisiles muy sofisticado  cuyo radio de acción es de 80 kilómetros, el gobierno de Alemania ha entregado sistemas antiaéreos modernos, pero con la condición, en ambos casos,  de que  Ucrania  no ataque  ninguna población, ningún objetivo en el  interior de Rusia, es decir, se insiste en que la guerra se siga desarrollando exclusivamente en los límites  geográficos de Ucrania para que sean los habitantes  de esa nación los que sigan pagando las consecuencia, humanas, económicas y sociales de la invasión, es decir, siguen utilizando  a Ucrania como un “chivo expiatorio” de los antagonismos intercapitalistas e  interimperialistas.

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