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Las elecciones en la UADY: cuando todos se convierten en “amigos”

 

 

Por: Oswaldo Ramírez

 

Llama la atención los efectos que tiene entre el alumnado la época de elecciones estudiantiles, pero es aún más llamativo el caso yucateco, al ser la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) una de las universidades menos politizadas del país. Que no se mal interprete, tanto en años recientes como también en pasados (en el llamado periodo de la “guerra sucia”), los estudiantes de Yucatán han demostrado grandes ejemplos de organización y de espíritu de lucha. Sin embargo, esos momentos, por lo general, solo ocurren cuando una gota se derrama del vaso.

No por nada el clima electoral de cada dos años en la UADY viene a traer un nuevo ambiente, diferente a la ya acostumbrada “tranquilidad” en la Universidad, que es el orgullo tanto de padres de familia que solo quieren que sus hijos “vayan a estudiar y no a meterse en problemas” como de dóciles hijos que no harían “nada que pudiera arruinar su carrera”.

Desgraciadamente, esta transgresión de la aparente tranquilidad no es la que nos gustaría, ya que el barullo se reduce, casi siempre, a que los estudiantes miren impotentes cómo las vacantes en las Consejerías Estudiantiles y en las Presidencias de las Sociedades de Alumnos son entregadas en bandeja de plata a las famosas “Federaciones Estudiantiles”, verdaderas cloacas enquistadas en la Universidad bajo el amparo de los directores, del Rector, del Gobernador y de todos y cada uno de los partidos burgueses a los que sirven.

La casi nula tradición de lucha estudiantil en la UADY es lo que ha permitido que estas épocas –que deberían ser de gran efervescencia política, un momento en que los estudiantes deberían organizarse para elaborar un programa que mejor responda a los intereses, inquietudes y anhelos de la juventud estudiantil y luchar implacablemente para ponerlo en marcha mediante la conquista de los cargos ya mencionados–, no sean otra cosa que las fechas en las que por los pasillos de las escuelas comienzan a rondar los mejores cuadros de la burguesía, intentando ganarse la simpatía de sus compañeros, cuales buitres. Gente que nunca antes hubiera hecho algo por sus compañeros pero que ahora “darían todo” por conseguir sus votos. Y para nada decimos que éste es un fenómeno exclusivo de Yucatán, hipocresía existe en todas las Universidades, pero sí es un hecho que se desenvuelve a la vista de todos sin un verdadero contrapeso.

Para el universitario yucateco promedio, eso se ha convertido en su concepto de lo que es la política estudiantil: el joven burgués o pequeño burgués miembro de la FEDY[1], de la NFU[2] o de Alternativa Universitaria[3] (o de cualquier otra federación que pueda surgir) que promete el sol, la luna y las estrellas a sus compañeros, el que de la noche a la mañana ha sido trastocado por una revelación divina para llevar a cabo la heroica tarea de resolver las problemáticas de la UADY a solo un voto de distancia. Pero, sobre todo, un candidato “humano”, “sensible”, que organiza talleres sobre el género, grupos de apoyo a artistas, o comienza a preocuparse porque todos sus compañeros conozcan las herramientas digitales con las que cuenta la Universidad, o incluso que le parezca “alarmante” la situación del transporte público en el que se mueven sus compañeros, pero solo cuando de manera independiente éstos empiezan a organizarse, y no antes.

Las elecciones en la UADY tienen el poder de convertir a lobos en ovejas por unos días. Sin embargo, es tal la rapidez con la que se deshacen de sus disfraces de buenos samaritanos que, poco a poco, a partir de la amarga experiencia, los estudiantes de la UADY cada vez confían menos en esa farsa. Es cada vez más común escuchar al universitario de la UADY expresar sus deseos porque las Federaciones Estudiantiles se salgan de las escuelas, que surjan candidatos independientes que han padecido en carne propia los problemas que aquejan a todos los y las estudiantes, que conozcan el martirio diario al que siempre están expuestos y que sean ellos quienes representen a sus compañeros. Desde luego que esa consigna es positiva, y es algo por lo que todos y cada uno de los y las estudiantes deberían luchar: sacar a esos oportunistas de las escuelas y, en su lugar, colocar a representantes genuinos del estudiantado que luchen por mejorar sus condiciones.

Pero la burguesía aprende de sus errores, es consciente de que el membrete de alguna Federación Estudiantil ya no goza de la misma popularidad y aceptación que antes[4], y que incluso, de seguir insistiendo de más por esa vía, las cosas pueden escapárseles de las manos. En ese sentido, la muy justa categoría de “candidato independiente” ha sido robada por la burguesía y la ha convertido en una mera etiqueta, en el medio por el cual pasan de contrabando a sus elementos estudiantiles. Si en el ámbito de las elecciones federales pasadas, el reacomodo del capitalismo en México significó que la burguesía ya no apostase al PRI o al PAN, sino a la socialdemocracia de Morena como el partido más idóneo para administrar sus intereses comunes; en el terreno estudiantil de la UADY, la burguesía cada vez más ha optado por jugar la carta de los candidatos independientes. La FEI[5] en 2018 fue el primer experimento en ese sentido, pero ahora vemos cómo, al acercarse el periodo electoral, surgen membretes como la OIEDY[6] o gentes en lo “individual” que han sido iluminados de un día para otro con por la abnegada tarea de defender a sus compañeros, a los que hasta hace no mucho ni les dirigían la palabra.

Estos elementos impostores que se hacen pasar por independientes comparten las mismas características con los candidatos “tradicionales”: jóvenes que fingen ser amigos del estudiante, que hacen pequeñas “obras” como muestra de su “sencillez” o levantan determinadas consignas en un intento por ganarse su simpatía. En su aprendizaje, la burguesía percibió que la consigna de sacar a las Federaciones Estudiantiles y postular candidatos independientes puede llegar a ser muy atractiva puesto que, hace cuatro años, fue lo que se logró en algunas facultades. Lo que en 2018 fue una experiencia heroica por su significado y sus resultados, la lucha de una pequeña pero valiente parte del estudiantado de la UADY que se materializó en la victoria de un candidato independiente, que implicó riesgos, peligros y sacrificios –tanto personales como académicos– para quienes participaron, hoy corre el riesgo de ser caricaturizado por la burguesía de manera conveniente para su propio beneficio.

Con esto no se quiere decir que, de forma absoluta, cualquier alumno que se postule a un cargo de elección estudiantil de forma independiente sea un oportunista. Si lo hace de manera genuina, se convierte, al menos de momento, en la mejor opción del estudiantado para irle arrebatando terreno a las Federaciones. Únicamente intentamos advertir sobre un hecho objetivo, que es el de que ahora es más fácil jugar con las necesidades del estudiantado, ya no como miembro de una Federación Estudiantil, sino haciéndose pasar por “independiente”.

Pero, ¿cómo diferenciar entonces a un verdadero candidato independiente de uno falso? Es de suma importancia conocer la trayectoria, sea grande o pequeña, del candidato independiente en cuestión, conocer qué tanto se ha preocupado con anterioridad por las problemáticas que viven las y los estudiantes, qué tanto ha participado en luchas previas o incluso de qué forma ha expresado su disgusto por la situación actual y, en ese sentido, qué tan consecuente ha sido con sus acciones, sin importar lo pequeñas que hayan sido. Lo importante es que se compruebe que hubo intenciones de su parte de hacer algo en favor de la comunidad estudiantil, sin importar que no hayan sido tiempos electorales. Quien desee actuar en favor de sus compañeros puede hacerlo, en la medida de sus posibilidades, sin necesidad de ocupar un cargo de elección. Esto último, solo es un medio para facilitar la concreción de sus planes, la plataforma donde es más efectivo llevar a cabo su programa.

Es de suma importancia identificar a aquellos elementos que cuenten con estas características e impulsarlos para competir por esos cargos. El abstencionismo de principio, negarse por completo a ejercer el derecho a votar y ser votados sería un error, sería dejar sin atacar un frente importantísimo, regalarle esos espacios a las Federaciones Estudiantiles. El abstencionismo solo es válido cuando no se cuenta con ningún candidato que verdaderamente represente los intereses de los estudiantes, cuando los únicos candidatos que participen sean los que representen los intereses contrarios a los del alumnado. Pero como contraparte, votar por un candidato de este último tipo solo por votar, sería caer en la lógica de elegir al mal menor.

Ahora bien, ¿qué hacer en dado caso de que el candidato que represente los intereses de las y los estudiantes pierda, ya sea por falta de la organización adecuada o porque la necesidad de deshacernos de las Federaciones Estudiantiles no haya penetrado aun en la conciencia de la mayoría de los estudiantes? La lucha no termina pasadas las fechas de elección, éstas son solo el primer paso para llevar a cabo una doble tarea: por un lado, elevar la conciencia de nuestros compañeros y compañeras en cuanto a la necesidad de no confiar más en las Federaciones Estudiantiles y de arrancarles de las garras los cargos de representación estudiantil; y, en segundo lugar, vigilar atentamente la actuación del candidato que haya resultado electo y exigir que cumpla todas y cada una de las promesas que haya hecho. Las luchas en que estas exigencias desemboquen foguearán al estudiante, le harán darse cuenta de que nada bueno puede esperarse de las Federaciones Estudiantiles sin luchar, le proporcionarán la experiencia necesaria para enfrentar los combates venideros.

Se acercan unos meses que rompen con la monotonía a la que el estudiante de la UADY está acostumbrado en contra de su voluntad. El periodo de elecciones siempre es un periodo particularmente intenso comparado con el resto del año. Esta ocasión seguramente revelará fenómenos interesantes, ya que las pasadas elecciones se llevaron a cabo de manera virtual por primera vez debido a la pandemia de COVID-19.[7] En esta ocasión, con el regreso a la presencialidad, se pronostica que haya una gran efervescencia, pues los oportunistas a los que nos hemos referido ya están haciendo gala de sus intenciones subiendo fotografías a sus redes sociales en las que ahora sí se preocupan por las necesidades de los estudiantes. Pero, al mismo tiempo, por primera vez en muchos años, ya se vislumbran los conatos de organización estudiantil que van marcando un deslinde de las Federaciones Estudiantiles y de los cuadros “individuales” de la burguesía que quieren pasar por “independientes”. El movimiento estudiantil en Yucatán está empezando a organizarse de manera seria y está teniendo su primer impulso de manera descollante con el Frente Independiente de Resistencia Estudiantil[8] (FIRE), cuya existencia nunca ha estado condicionada a los periodos electorales, sino que, de manera permanente, ha buscado organizar a los estudiantes para luchar día con día por sus derechos fundamentales.

Al ser el FIRE una organización única en su tipo (es decir, no existe otra que realmente esté organizando a los estudiantes de manera independiente) tiene una responsabilidad enorme, que es evitar que los espacios de representación estudiantil, que le pertenecen por derecho a los estudiantes y no a la burguesía, vuelvan a caer en manos de las Federaciones Estudiantiles. El surgimiento del FIRE no hace sino evidenciar más la necesidad de avanzar en la organización estudiantil, de manera que vayamos dejando cada vez menos lugar a la improvisación, sobre todo en situaciones de tanta importancia como son las elecciones en la UADY, pero también en la lucha cotidiana por las necesidades básicas del estudiantado. Es momento de ir dando los primeros pasos hacia lo que nos urge: una organización regional de estudiantes, que pueda desembocar en una organización nacional estudiantil.

 

 

 

 

[1] Federación Estudiantil de Yucatán, controlada por el PRI mediante Carlos Ramírez Marín.

[2] Nueva Federación Universitaria, tradicionalmente cercana al PRI. A raíz de un conflicto con el Rector de la UADY José de Jesús Williams de tendencia priísta, la NFU tuvo un acercamiento al PAN.

[3] Cuya filiación partidista burguesa aún es una incógnita.

[4] Mucho menos con metidas de pata como la NFU Colors, por solo mencionar un ejemplo de miles.

[5] Siglas de la autodenominada “Federación Estudiantil Independiente”, controlada por empresarios cercanos al PAN y a Morena. Luego de una fugaz notoriedad, la FEI rápidamente se tornó en irrelevante y se desconoce si continúa viva en la actualidad.

[6] Siglas de la también autodenominada “Organización Independiente Estudiantil de Yucatán” de tendencia oportunista, socialdemócrata y conciliadora con la burguesía, surgida casi de forma paralela al cisma al interior de la FEDY en 2021. Hace poco, colaboraron con la organización llamada MYL, vinculada a ONG’s como Fridays For Future, organizaciones burguesas como el Ateneo Nacional de la Juventud, a la oligarquía financiera a través de Fundación Botín y el Banco Santander, y a partidos burgueses como Movimiento Ciudadano. Desconocemos si esta relación es orgánica o solo expresión de simpatía individual de algunos de estos burgueses hacia la OIEDY o, en todo caso, hacia el MYL. Pero dime con quién andas y te diré quién eres.

[7] A propósito de la modalidad de “elecciones a distancia”, que se implementó en las elecciones de 2020-2021 como consecuencia de la pandemia, se podría dedicar un artículo completo al tema. Sin embargo, aprovecharemos la ocasión para compartir solo algunas consideraciones al respecto: nos pareció un insulto que la UADY haya dedicado tanto presupuesto a desarrollar el dichoso “Sistema de Votación Electrónica” (que fue tan sofisticado que hasta permitía votar desde el extranjero) con tal de ir cocinando el fraude que aseguró la permanencia de las Federaciones Estudiantiles en la Universidad debido a que fue un sistema nunca probado antes y que nunca representó una garantía de ser confiable más que el simple hecho de haber sido desarrollado por la Facultad de Matemáticas, pero que, hasta el momento, no tenga el presupuesto suficiente para arreglar el pésimo servicio que la Universidad otorga mediante el SICEI, que cada semestre hace pasar un muy mal rato a miles de estudiantes que intentan cargar sus materias o, en el peor de los casos, no consiguen hacerlo, rezagándolos académicamente. A todas luces se ven las prioridades de la UADY.

[8] Organización estudiantil surgida a principios de 2021 a raíz del hartazgo de las y los estudiantes hacia la forma en que las Federaciones Estudiantiles funcionan como grupos de choque contra los propios estudiantes cuando éstos exigen la resolución de determinadas demandas. El FIRE se propone organizar a todo el estudiantado de manera amplia, mantener una organización estudiantil permanente y cotidiana y vincular los intereses inmediatos de los estudiantes a los intereses generales de la clase trabajadora y los sectores populares.

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