El Ultranacionalismo Ruso atiza la hoguera de la Guerra en Ucrania
Por: Héctor Ramírez Cuéllar
Las últimas decisiones políticas que ha tomado el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, han sido promovidas por los grupos ultranacionalistas de franca derecha, que inspirados en las tesis profundamente reaccionarias de Alexander Duguin, claman hacia los cielos, con un verdadero impulso religioso mesiánico, por la restauración de la vieja Rusia imperial, en cuyo proyecto feudal no tiene cabida la existencia jurídica o territorial de Ucrania ni del resto de las naciones ubicadas en el Mar Báltico, o en la región del los Balcanes. Ello equivaldría regresar la historia universal por lo menos mil años, lo que refleja claramente la mentalidad de quienes gobiernan hoy en el Kremlin.
Estos gorilas del pensamiento y de la acción política han justificado las medidas que ha asumido el presidente de Rusia, diciendo que se ha tratado con una gran benevolencia a Ucrania, que la llamada operación especial, o sea la invasión armada, ha sido muy débil en sus consecuencias, por lo que se requieren tomar medidas concretas y firmes, mucho más severas, entre ellas, nada menos, que ocupar por este procedimiento, el de la ocupación militar masiva, todo el territorio de Ucrania, como un medio para desaparecerla como una nación independiente, utilizando, si es necesario, las armas nucleares.
Otros afirman que la creación de Ucrania fue una “simple ocurrencia” de Lenin, y que nunca tuvo bases de sustentación, que se trata de una ficción jurídica que después impulsaron los alemanes y que ha llegado el momento de arrasarla para que Rusia reivindique su pleno dominio sobre la zona, alegando que la mayoría de la población habla ruso, se identifica con su cultura y sus tradiciones, son adeptos de la religión ortodoxa y que, por lo tanto, el gobierno de Putin tiene carta blanca para actuar, empleando, incluso la fuerza extrema.
En estas horas, en la mayor parte de las grandes ciudades occidentales de Rusia se vive una gran exaltación del nacionalismo agresivo, del patriotismo bélico, del renacimiento de las viejas ideas de la Rusia atrasada y rural, lo que ha producido que el gobierno de Putin haya ordenado la movilización de 300 mil reservistas, que son jóvenes que tiene un determinado entrenamiento militar y que en un plazo breve deberán inscribirse para formar parte de los contingentes que se trasladarán a Ucrania para entrar de inmediato en combate, se reformaron en forma urgente varias leyes para castigar penalmente a los jóvenes que se resistan a ser en listados en las fuerzas armadas y a quienes se opongan públicamente a la guerra o critiquen las nuevas acciones que se organizan contra Ucrania.
Se puede afirmar que en la Federación Rusa se vive en estos momentos una etapa de preparación para la guerra, que hacía recordar los días aciagos de la segunda guerra mundial en los que se llamaba a la población para oponerse resueltamente a los enemigos e invasores, empleando todos los recursos disponibles y convocando a todos sus habitantes para defender a la nación. Pero ahora las circunstancias son totalmente distintas. En este caso se habla de que deberán participar en forma inmediata los jóvenes menores de 40 años, ya que está de por medio, dice la propaganda oficial, la propia existencia política y social de Rusia porque serían previsibles una serie de ataques de las fuerzas de la OTAN, sobre todo si Rusia despliega grandes contingentes militares en esta ofensiva a gran escala que se promueve para llevar cabo en los próximos días o semanas.
En forma paralela, se convocaron plebiscitos en las regiones de Donetsk, Lujans, Zaporia, Gerson para que sus habitantes decidan su incorporación a la Federación Rusia, en cuyo caso si la respuesta es afirmativa, serian reconocidos oficialmente como parte de esta nación y, por lo tanto, esgrimirían sus pobladores el derecho a la protección y a la defensa, ante cualquier agresión extranjera y en esta tesitura la entrada de las tropas rusas quedaría jurídicamente sustentada, ya que el Kremlin afirmaría ante la opinión pública internacional que está defendiendo, apegado a derecho, la integridad territorial y política de Rusia, que ahora tendría nuevos territorios y una mayor población.
Si este sofisma jurídico y político fuera aceptado, entonces, por lo menos esta región de Ucrania, de un enorme valor estratégico por estar ubicada en la entrada de los mares de Azov y Negro, saldrían de la jurisdicción de Ucrania para formar parte, en forma mecánica y atropellada, de Rusia y al hacerlo, esta nación, por medio de este procedimiento bárbaro, es decir, utilizando la fuerza de las armas, los ciudadanos rusos se verían obligados a defender a su patria y por eso se explota el nacionalismo cavernario que promueve el gobierno imperialista y oligárquico que encabeza Putin, que está realmente desesperado pues a más de seis meses de la entrada de las tropas rusa a Ucrania no ha sido capaz de alzarse con la victoria.