Buscar por

Profunda Ilegalidad En El Financiamiento De Las Campañas Electorales

 

 

Por: Héctor Ramírez Cuéllar

 

La publicación del libro El Rey del Cash, de Elena Chávez es una demostración palmaria de una de las grandes debilidades que tiene la legislación electoral y de una manera particular las investigaciones que al respecto realiza el Instituto Nacional Electoral, con referencia al financiamiento que reciben los partidos políticos para la realización de las campañas electorales: la mayoría de los fondos y aportaciones que reciben estas organizaciones no se identifican en sus orígenes, montos y destinos, por lo tanto, no son verificables ni auditables, al grado que se puede afirmar que esta forma de capitalización profundamente irregular y oscura es la principal masa de los ingresos y de los gastos de los partidos políticos, siendo, además, una gran fuente de inequidad y de corrupción de las contiendas políticas, ya que, el partido o los partidos que reciben y gastan más dinero son los que pueden organizar mejores campañas y comprar más votos.

Desde el punto de vista formal, como sabemos, los partidos políticos registrados reciben en forma periódica diversas cantidades de dinero no solo para la operación de sus estructuras, sino también y esto es lo más importante, para la realización de las campañas electorales, agrupadas en el rubro denominado prerrogativas. Estas cantidades sí son plenamente conocidas, verificables y auditables por la Comisión de Fiscalización, pero el resto de los ingresos que proporcionan los grupos de poder y de presión, los gobiernos en todos los niveles, los funcionarios públicos de una manera particular, los amigos y simpatizantes, no. Ya que, el INE carece de instrumentos jurídicos y técnicos eficientes para llevar a cabo sus tareas de vigilancia y de supervisión, por lo que nunca conocemos cuánto dinero ingresa verdaderamente a las tesorerías partidarias o a los bolsillos de los dirigentes, en realidad, cantidades muy distintas y completamente ajenas a la contabilidad oficial, cuánto se gasta en las campañas electorales, quiénes con sus aportantes reales y sus beneficiarios directos o indirectos. En el contexto de esta enorme opacidad, de una extrema dificultad administrativa, no se queden identificar con rigor, por ejemplo, las enormes sumas de dinero que han gastado los aspirantes presidenciales de Morena, ni los flujos de dinero que entregaron los narcotraficantes en los estados de Colima, San Luis Potosí, Sinaloa y Tamaulipas, ni las erogaciones ilegales que hizo el gobierno para efectuar la consulta sobre la revocación del mandato.

Este libro es un importante testimonio personal de la total direccionalidad y oscuridad con que se realizaron las campañas electorales de Andrés Manuel López Obrador y dirigentes que pertenecían a la estructura del PRD, ya que la autora solo refiere que llegaban a las oficinas de campaña bolsas y paquetes que contenían dinero y que provenían de los altos funcionarios del gobierno del entonces Distrito Federal, específicamente de Marcelo Ebrard y de algunos líderes sindicales y empresariales, que estos envíos los recibía personalmente el señor Alejandro Esquer, pero desde luego, no se puede precisar el monto de estos recursos, ya que de una manera oficial al candidato presidencial solo afirmaban que tenían en su bolsa 200 pesos, que comía sopes y garnachas durante sus recorridos y que no tenían tarjetas de crédito ni chequeras, todo ello con el deliberado propósito de que jamás se pudiera conocer el volumen de las aportaciones recibidas, la trayectoria de las mismas, quedando esta información sensible en manos de un reducido grupo de personas que también, posiblemente, se beneficiaban de estas transferencias, situación que tampoco se puede conocer con exactitud.

Esta información nos está indicando que la base material de organización de las campañas electorales era el dinero y no la labor de convencimiento y de persuasión que se dirigía a las masas de votantes, ya que todos los partidos políticos, todos los candidatos, en la medida de sus disponibilidades de efectivo, incurrían en estas prácticas, de tal manera que quienes más dinero tenían podían contratar más anuncios espectaculares, más spots en la radio y en la televisión, más propaganda en términos generales, hacer más regalos a los ciudadanos, desde tinacos, sacos de cemento, despensas alimenticias, realización de trámites para otorgarles algunos servicios públicos elementales y asimismo pagar por los votos, se fijaba un monto, entregaba un adelanto y una vez que el ciudadano mostraba una fotografía en su celular de la boleta en la que había sufragado por el candidato o el partido político, se le entregaban la otra parte del dinero ofrecido, lo que incidían fuertemente entre los sectores más pobres y atrasados de la población que así eran tratados en el marco de estas prácticas denigrantes y ofensivas. Todos los partidos aplicaban estas medidas convirtiendo a los votos y a los votantes en meras mercancías que estaban sujetas el libre mercado.

Uno de los méritos de este libro-testimonio consiste en describir que la mayoría de las operaciones se realizaban con dinero en efectivo, no con cheques o transferencias bancarias, de tal forma que n o se pueden rastrear jurídicamente estas acciones, por lo que es absolutamente injusto exigirle a la autora que presente pruebas. No las hay porque tanto la donación de recursos, como los pagos que se hacían con ellos, jamás se registraron de una manera formal en las instituciones financieras y por ello es muy difícil que el INE pueda fiscalizar los movimientos de estos fondos, o sea, no se puede conocer en forma fehaciente, la ruta que siguieron estas cantidades de dinero. Para tener éxito en las investigaciones, se tendrían que emplear los procedimientos que en los países desarrollados se aplican para identificar las operaciones de lavado de dinero.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *