La Cuarta Transformación: el pulso de la explotación en el IMSS
Por: Isaac Corrales
Durante las conferencias matutinas del presidente hay un espacio que se conoce como “el pulso de la salud”. En este artículo polemizaré con algunos dichos expresados en esa cápsula, supuestamente informativa, durante el pasado mes de octubre. En cuanto al tema de la salud pública lo que ahí suele decirse no es más que demagogia y cinismo de las autoridades sanitarias del país. Detallaré por qué es así.
Sobre las condiciones de médicos en formación (médicos internos de pregrado, pasantes de medicina y residentes) se afirma existe un monitoreo sobre las condiciones en que estos jóvenes estudiantes continúan su proceso educativo en los hospitales, se atiende y reubica a quienes se encuentran bajo riesgo o acoso y realiza un proyecto de tabulador de becas y servicio social para internos y pasantes de servicio social.
Comento lo siguiente. Los estudiantes en los centros de trabajo son explotados. Debido a la falta de plantillas laborales completas, médicos pasantes y de internado son obligados a trabajar 36 horas seguidas, con descansos tras cada guardia de 12 o máximo 24 horas, por un salario quincenal de apenas mil pesos. Estudiantes han denunciado agresiones sexuales o exigido protección personal para resguardar su salud. Al menos una estudiante ha sido asesinada impunemente.
El paupérrimo incremento salarial a los trabajadores del IMSS, pactado con los dirigentes sindicales charros, equivale máximo a 150 pesos quincenales y es tragado por los mismos capitalistas. Los trabajadores sujetos a la modificación de su régimen de jubilaciones y pensiones carecerán de una vejez digna. Sea para hoy o para mañana, afirmar que los asalariados del IMSS ganan lo suficiente no es sino una completa mentira.
Zoé Robledo ha dado su versión sobre las plantillas laborales, insumos, medicamentos, rehabilitación de infraestructura, inversiones millonarias al IMSS Bienestar y la posibilidad, en teoría, de ser atendidos médicamente en más de una institución. Al respecto es importante señalar que no ha habido una inversión en la infraestructura de salud que satisfaga las necesidades de atención entre la población trabajadora. Hay unidades médico familiares que han recibido maquillajes, pero solo se embellece su imagen de momento pues al tiempo sufren daños estructurales o se obstruye la funcionalidad de la arquitectura original al no crear circuitos o considerar protocolos de emergencia.
Las plantillas laborales no están completas en ninguno de los turnos, lo que condena a muchos trabajadores en la actualidad al desempleo, la subcontratación y precarización. Esta situación afecta el trato oportuno a pacientes. La sobrecarga laboral es la política patronal de la flexibilidad, de las múltiples responsabilidades, que genera hábitos y costumbres contraproducentes, así como fomenta enemistad y división entre trabajadores.
Cuando las autoridades y el presidente hablan de miles de millones en inversión hay que tomar en cuenta que el IMSS subroga todo lo que puede: renta de ambulancias, tanques de oxígeno, lavanderías, respiradores artificiales, salas quirúrgicas, laboratorios, transporte de medicamentos, entre tantos servicios. Con el actual gobierno los monopolios y la burguesía continúan el lucro con el sistema sanitario y extienden su dominio sobre éste.
Las unidades funcionan como almacenes de pacientes en espera de atención especializada o cirugías, lo cual al final puede ser que no ocurra. En las ciudades más industrializadas del país la saturación también se agrava porque pacientes de otros municipios, carentes de infraestructura de salud pública, viajan a las pocas unidades médico familiares u hospitales para diagnóstico, valoración, atención, etc.
La población derechohabiente y la demanda de atención médica se han incrementado, por ende de igual forma la sobrecarga laboral. Lo que no aumenta es el número de unidades médico familiares, de hospitales regionales, de centros de especialización. El enfoque del Estado burgués en el IMSS Bienestar es tal puesto que implica el menor gasto y el menor esfuerzo posible cuando la prioridad es canalizar fondos inconmensurables a la burguesía.
Solo la base de asalariados unida en su interés de clase, organizada, formada y con conciencia del necesario papel a desempeñar en el conflicto socioclasista con la gran patronal del Estado y los monopolios puede cambiar el curso de la salud en el país. Si la clase trabajadora del IMSS realiza las más indispensables labores, es ella misma quien debe tomar las decisiones y las riendas en los centros de trabajo; y a eso se le llama socialismo.