El gobierno estatal de Mauricio Vila vuelve a reprimir manifestantes
Lucía Roble
Cuidad de Mérida, Yucatán, México. El pasado 22 de marzo, Día Internacional del Agua, se llevó a cabo una manifestación pacífica en contra del monopolio Kekén, dedicada a la producción y comercialización de carne de cerdos en el estado de Yucatán, misma que se ha instalado, desde hace algún tiempo, en terrenos de distintas poblaciones de Yucatán, dejando a su paso despojo de tierras, contaminación acuífera y un gran daño en la salud de los habitantes próximos a sus granjas.
Al finalizar la marcha, elementos del cuerpo de seguridad pública, camuflajeados con vestimenta de civiles, sustrajeron de la libertad de manera ilegal a dos jóvenes que se encontraban en la manifestación, y que, sin importar las evidencias probatorias de tal irregularidad, fueron subidos a vehículos de esta institución represiva.
Hoy jueves 23 de marzo, varias organizaciones han levantado la voz, ante este atropello, exigiendo justicia y la inmediata liberación de los jóvenes, que sean puestos sanos y salvos en libertad. Haciendo un poco de memoria, podemos recordar que este accionar desenfrenado de las fuerzas represivas del Estado no es algo nuevo, pues Mauricio Vila, gobernador de Yucatán, quien tiene intenciones de contender por la presidencia de la república, ha mostrado la mano dura y represiva que tiene contra la clase trabajadora y los sectores populares. Ya lo hizo en el 2019, con la detonación y uso de gases lacrimógenos en contra de trabajadores que se manifestaban contra su plan fiscal antiobrero, sin importarle la presencia de adultos mayores, mujeres, niños y persona con alguna discapacidad física o respiratoria. La represión del 22 de marzo, se suma a la larga lista de actos impunes perpetuados en manos de las fuerzas públicas, tanto en el estado como en la estadística del país.
Lo ocurrido el día de ayer, es muestra de los interés que protege el Estado, que sin importarle la vida e integridad de las personas, es capaz de accionar medidas represivas, muy poco conocidas en nuestro estado, demostrando que la burbuja inflada, por ellos mismos, de paz y seguridad en cualquier momento terminará por reventar.
Sin importar la represión y la persecución, es necesario seguir alzando la voz, salir a las calles, manifestarnos en contra de las injusticias, la precariedad y la explotación. Que el miedo nos movilice, y organice hacia el fin de este sistema que oprime, reprime y explota, al/a trabajador/a.
¡Basta ya de represión!
¡Basta ya de favorecer a los empresarios que roban nuestras tierras y contaminan el agua que bebemos!
¡Basta ya de atentar contra los derechos de los trabajadores!