El Beso de Mariela Gutiérrez
Por: Héctor Ramírez Cuéllar
El beso de la alcaldesa de Tecamac, Mariela Gutiérrez, en la mano del Presidente Andrés Manuel López Obrador, durante un acto en el cual se estaban anunciado aumentos en los programas sociales, revela la grave situación política que vive el país en que por lo menos un sector muy amplio de Morena se inclina por impulsar y fortalecer, desde luego con miras a las elecciones presidenciales, el culto a la personalidad del jefe del estado, la pérdida total de la capacidad crítica y de la autonomía individual para pensar y opinar sobre los grandes problemas nacionales, así como los preparativos que se están realizando a nivel general para organizar una elección de estado.
Aunque de una manera formal, el Presidente de la República es el más alto funcionario de la Federación y por lo tanto sus facultades y atribuciones están perfectamente definidas en la Constitución , se ha convertido en una práctica , común, reiterada y sistemática, que participe en actividades proselitistas y de propaganda a favor de Morena, no obstante que en muchas ocasiones el INE y el Tribunal la ha dictado medidas cautelares, precautorias para que no lo haga, pero el insiste en hacerlo una otra vez, asumiendo una conducta de abierto desafío a las normas en la materia.
El Presidente se escandaliza afirmando que se pretende limitar o menoscabar su derecho a la libre expresión de las ideas, que está consagrado en la Carta Magna, pero eso no es así ya que siendo el jefe del estado, sus opiniones y concepciones influyen en amplios sectores de la población, desde luego a favor de su partido, Morena generando un elemento de distorsión que violenta el tratamiento igualitario que debe otorgarse a los partidos políticos en su conjunto. Ello constituye un enorme abuso de poder, al erigirse el titular del Poder Ejecutivo en un mero propagandista político.
Si bien en el estado de México ya se produjeron las elecciones para gobernador, habiendo obtenido la victoria la profesora Delfina Gómez, de Morena, persiste la actitud en uno de los sectores más “duros” y atrasados de esa organización de presentar la imagen del presidente López Obrador como si fuera un individuo casi mítico, divino, que nos ha salvado de la pobreza y de la miseria y que por lo tanto debemos asumir ante él una actitud de sometimiento incondicional, de total abyección, de entrega definitiva a su persona, sin ejercer ninguna capacidad reflexiva o analítica, es decir, subordinarse a él de una manera automática como si fuera un mesías o un salvador, a la manera de los que surgieron en el pasado remoto y que han resurgido en los últimos tiempos como resultado de la reaparición de los regímenes populistas y despóticos, tanto de izquierda como de derecha, como es el caso de Javier Milei, en Argentina, quien sin celebrarse todavía las elecciones finales, ya excluyó del gobierno a algunos de sus adversarios políticos.
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El beso de la alcaldesa Gutiérrez también patentiza gráficamente que el licenciado López Obrador no solo es el jefe del estado mexicano sino también, el jefe político de Morena y el principal organizador y orientador de las campañas electorales, es decir, realiza tres funciones políticas distintas pero que realidad son complementarias ya que persiguen un solo objetivo, la permanencia del Morena en el gobierno federal y en las entidades federativas. En la actualidad, de las 1200 quejas que se han recibido en el INE, 8OO son imputables a Morena y de estas la mayoría se refieren a las frecuentes violaciones en que ha incurrido la doctora Claudia Sheinbaum, mientras que el resto corresponden a los candidatos y a los partidos de oposición.
Todas las actividades electorales han sido ilegales ya que no están regidas por ninguna norma jurídica, se han erogado cientos de millones de pesos, no ha publicado ningún informe al respecto, aunque todavía no estamos ni siquiera en la etapa de las precampañas. Ya se encuentran en curso jornadas electorales auténticas, de parte de la mayoría de los partidos políticos, pero todavía no se registran ni siquiera candidatos por lo que en la práctica, en los hechos, es decir, se ha ignorado por completo la legislación de la materia y por lo tanto ha imperado la más completa arbitrariedad e impunidad.
La actitud lacayuna de Gutiérrez también sugiere que debemos acostumbrarnos a las violaciones reiteradas al estado de derecho, considerarlas como normales, naturales, ya que no solo son inevitables sino también aceptables, sin examen alguno, es decir, en forma apriorística, ya que el Presidente concentra todo el poder político y humano, a la manera de las teocracias de la época antigua en que un solo individuo excepcional detentaba toda la capacidad decisoria y que la función de los miembros de la sociedad era simple, callar y obedecer, inclinarse ante el gobernante porque él nos representa a todos , sin discusión alguna.
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