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Comunistas rinden homenaje a Carrillo Puerto en Yucatán. (Discursos del acto)

 

El Partido Comunista de México y las organizaciones que conforman el Frente Popular Efrain Calderón Lara, rindieron un homenaje político a Felipe Carrillo Puerto y a las y los socialistas asesinados el 3 de enero de 1924.
En este homenaje, las organizaciones recordaron las acciones que el gobierno socialista emprendió en favor de la clase trabajadora, el rumbo comunista que se tomó a partir del segundo congreso de Izamal y las expropiaciones de las haciendas que encendieron el odio de la burguesía de la época.
De la misma forma denunciaron como la socialdemocracia busca acartonar a las y los socialistas arrebatándole si pensamiento, su ideología y sus acciones comunistas reduciéndolo a un Felipe Carrillo Puerto Santificado e inofensivo para legitimar las acciones antiobreras y antipopulares de este gobierno.
Al grito de consignas, concluyó este acto.
A continuación compartimos la intervención del Partido Comunista de México y el Frente de la Juventud Comunista en el acto en homenaje a Felipe Carrillo Puerto:

Intervención del PCM en el acto

Compañeros, compañeras, Camaradas:

Para el Partido Comunista de México es importante y necesario rendir un homenaje político a Felipe Carrillo Puerto y los miles de hombres y mujeres que conformaron el Partido Socialista del Sureste. Hombres y mujeres que fueron asesinados y perseguidos por la burguesía.

Es importante, porque hoy, la socialdemocracia encabezada por Andrés Manuel López Obrador y su partido realizan una ceremonia que arrebata la esencia de las y los socialistas de principios del siglo 20, que pretenden reducirlo todo a la figura santificada de Carrillo Puerto. Ya lo decía Lenin, cuando los revolucionarios están vivos la burguesía los persigue, los desprecia, y algunas veces, cómo en este caso, los asesina de la forma más ruin. Pero ya muertos, le arrebatan su pensamiento y lo canonizan para engañar a las clases oprimidas y darles un mártir.

Hoy se llenan la boca hablando del “apóstol rojo”, “No abandoneis a mis indios” sale de la garganta de los tiranos, mientras citan a ese Felipe de cartón. Aquí, en este homenaje, con las y los Comunistas, con las y los trabajadores del campo y la ciudad está el verdadero Carrillo Puerto y los miles de hombres y mujeres socialistas.

Las mujeres y hombres del PSS, lucharon por la emancipación de la clase trabajadora y no es un capricho nuestro, en el segundo congreso obrero de Izamal el PSS y las Ligas de Resistencia Socialista fijaron las acciones comunistas que se tomarían para la transformación económica, agraria e industrial. En estas se planteaba de manera clara y precisa la expropiación de los medios de producción, la industria y la tierra para entregarlos a las y los trabajadores del campo y la ciudad. Esto deja claro que el móvil del asesinato fue una cuestión de clase.

¿Por qué decimos que Felipe y las y los socialistas están hoy con nosotros y no con la socialdemocracia? En primer lugar, porque la socialdemocracia hoy se rodea de los herederos de los asesinos de Felipe, porque mientras los socialistas planteaban la expropiación de la tierra, la socialdemocracia la entrega al capital privado a través del ordenamiento territorial. Porque mientras los socialistas planteaban la expropiación de las fábricas, la socialdemocracia le permite a la burguesía industrial asentarse en nuestro territorio con el costo más bajo atravesó del nearshoring.

No abandoneis a mis indios, repiten los traidores, pero vivimos en un estado en el que más del 50% de la población vive por debajo de la línea de la pobreza.

Hoy estamos aquí para reivindicar a las y los socialistas, y levantamos las banderas rojas que han de guiar la emancipación de la clase trabajadora y el final de esta dictadura.

¡Viva la clase trabajadora! ¡Viva Felipe Carrillo Puerto! ¡Vivan las y los socialistas!

¡Que se alcen las banderas, que ya viene de nuevo la rebelión obrera!

Intervención del Frente de la Juventud comunista

 “El legado de Felipe Carrillo Puerto”

Este año, como cada año a lo largo de este sexenio, el gobierno federal se apropiará de uno de los próceres revolucionarios de nuestro país, y usará su nombre y su imagen para legitimarse ante el pueblo, con menos dignidad incluso que un saqueador de tumbas.

Ya le tocó a Flores Magón. Ya le tocó a Zapata. Y ya le tocó a Villa. Y lo que todos ellos tienen en común, es que no se doblegarían ni abandonarían la lucha sólo porque un burgués que se hace llamar “liberal” es presidente.

Ahora el turno es de Felipe Carrillo Puerto, a quien se presentará a lo largo del año como “Benemérito del Proletariado” y “Defensor del Mayab”, continuando la administración de Morena con su vergonzoso afán de adjudicarse luchas populares, y en particular de asumirse falsamente como defensor de los derechos indígenas.

En este contexto, es muy importante que nosotros los comunistas, socialistas, sindicalistas obreros, campesinos organizados, y luchadores sociales en general, reivindiquemos el legado y la lucha de Felipe Carrillo Puerto.

Lenin habló en su tiempo sobre cómo la burguesía y los oportunistas se apresuran a canonizar a los revolucionarios en cuanto mueren y dejan de ser una amenaza para sus intereses. Se apropian de sus rostros, sus palabras y sus logros; los blanquean, los amoldan a sus ideologías, y finalmente los convierten en caricaturas sin ideales, fáciles de digerir, sin peso histórico, poco más que títeres.

Esto es algo que no es nuevo para un prócer del calibre de Felipe Carrillo Puerto. Si hay algo obvio, es que a él todos lo quieren. Lo quieren los comunistas, los sindicatos, los patrones, los luchadores indígenas, la derecha, la izquierda, los chovinistas, los reaccionarios; todos ellos ven el peso histórico de su obra revolucionaria y política, y quieren que se les pegue tan sólo una fracción de la gloria que él alcanzó con su incansable lucha; pero muchos de ellos se imaginan versiones diferentes del mismo hombre. Muchos se imaginan una foto sepia, una estatua de bronce, una cita, un gesto impasible. Algunos piensan en el revolucionario, otros en el gobernador, unos más en el “defensor de los indios”, y otros de plano en la ciudad portuaria, la colonia o la avenida. Lo ven como un concepto abstracto, menos que un ideal, en su mente sólo existe en un pedestal.

Aquí está el hombre, como lo recuerda la Juventud Comunista. Él fue jornalero, obrero, periodista, y sindicalista. Desde su juventud se enfrentó a la propiedad privada y los abusos de los patrones, y se metió en problemas con la ley por ello, entrando y saliendo de la cárcel en diversas ocasiones. Se radicalizó al socialismo al verse inmiscuido en la lucha obrera sindical, y al ver las graves injusticias que los campesinos y obreros indígenas sufrían por parte de las compañías henequeneras y productoras de chicle, así como de la policía y del ejército. Se dedicó a organizar la lucha obrera, y a encaminarla políticamente, oponiéndose a la dictadura de Porfirio Díaz.

Después de un intento de asesinato hacia su persona, pasó dos años en la cárcel por defenderse. Al salir gracias a la insurrección carrancista, se unió a las tropas de Zapata en 1913, llegando a ser Coronel de Caballería. Supervisó el reparto agrario en la Península, impulsó la organización obrera, y después se unió al Partido Socialista del Sureste.

Él no fue comunista, pero no era ajeno a Marx, y se dio cuenta de que es en la lucha de clases donde se encuentra el origen de las desigualdades sociales, y que el capitalismo es, en última instancia, el verdadero enemigo de los pueblos. En sus propias palabras, “Bolchevique soy porque detesto el régimen capitalista fundado sobre la impiedad de los fuertes y la explotación de los humildes”.

Se esforzó a lo largo de su vida por defender los derechos de los obreros indígenas, esforzándose por ver que entendieran sus derechos en su propio idioma, y se organizaran como clase. Sin condescendencias, sin paternalismos y sin condiciones, para él los indígenas no eran simplemente un grupo al que rescatar y liderar, sino que eran iguales, con quienes había que compartir la lucha, y ayudarles a organizarse en su propio idioma, y bajo sus propios términos.

Llegó a ser diputado, y fue gobernador interino de Yucatán. Y aún así, fue objeto de persecución política, que lo llevó a refugiarse en los Estados Unidos en varias ocasiones. Y aunque su vida peligraba, no dejó de luchar con mucho ahínco. A pesar de que revolucionarios como él fueron instrumentales para la victoria de las tropas carrancistas, el socialismo era visto como una ideología extraña y ajena a los ideales de aquellos que se establecieron en el poder tras la Revolución. Algunos inclusive consideraban la presencia de socialistas en México como alguna clase de “invasión bolchevique”.

Eventualmente, en 1922, Carrillo Puerto es electo gobernador de Yucatán, con el apoyo de una aplastante mayoría. Entre otras cosas, implementó educación científica y laica, fundó al predecesor de la UADY, impulsó la traducción al maya de las leyes, apoyó el sufragio femenino, combatió el alcoholismo, redistribuyó tierras y bienes, y dio fuerza a la organización colectiva de obreros y campesinos en el estado, convirtiendo a Yucatán en un paradigma socialista.

Esto sólo duró 20 meses. En 1923, Adolfo de la Huerta se alza en armas, y Carrillo Puerto no lo apoya. Aunque el estado de Yucatán intentó resistir la insurrección delahuertista, esta resistencia no sobrevive. Carrillo Puerto, junto con tres de sus hermanos y otros líderes yucatecos, es fusilado el 3 de enero de 1924. La rebelión delahuertista, síntoma de la grave inestabilidad del país en el periodo pos-revolucionario, fue parte del preámbulo de ochenta años de vejaciones y abusos perpetrados por el PNR-PRM-PRI, partido que se asumió, de forma falsa y oportunista, como líder máximo de la Revolución, a pesar de las atrocidades que cometió contra innumerables revolucionarios verdaderos para establecerse, y para mantenerse en el poder.

Hoy, a 100 años de su cruel asesinato, no podemos permitir que se le mate por segunda vez, de forma ideológica. Él era un verdadero revolucionario, agitador y radical, guerrero de la justicia social, y no permitiremos que un gobierno socialdemócrata de Cuarta manche su nombre, ni su lucha. Continuaremos con su lucha, y no nos rendiremos hasta que no sólo Yucatán, sino el mundo entero, se encuentren libres de la explotación del hombre por el hombre.

¡Obreros del mundo, uníos! ¡No nos queda más por perder que nuestras cadenas!

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