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¿Cómo saber si estamos avanzando?

 

 

Por: Carlos Suárez

 

Nuestro trabajo práctico como comunistas es complicado. No obstante, entendemos que los altibajos son parte intrínseca de la lucha. Un día las masas toman las calles animadas por el descontento y la indignación; al día siguiente éstas mismas masas caen en el desánimo y se paralizan. Esto no debe sorprendernos. Independientemente de ello, nuestra tarea como comunistas es sacar el mayor provecho a cada momento y asegurarnos de que estamos en el camino correcto respecto a nuestras tareas prácticas.

Sabemos ya que nuestro objetivo como Partido y Juventud es la realización de una Revolución socialista en nuestro país. Por supuesto, sabemos también que una Revolución no se organiza de la noche a la mañana. Sin embargo, no siempre sabemos conectar el conocimiento de nuestros objetivos generales con nuestro trabajo práctico cotidiano.

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En primer lugar, no está de más recordar lo que implica la realización de una Revolución socialista, por tratarse de un movimiento armado encabezado por la clase trabajadora y, en particular, por su vanguardia: el Partido Comunista. Pero esto solo puede lograrse con un altísimo grado de organización y preparación, tanto entre la clase trabajadora como entre los sectores populares. Los escenarios en los que espontáneamente las masas deciden tomar el poder por las armas y además logran triunfar no son más que una fantasía. Detrás de toda Revolución socialista triunfante ha existido un inmenso trabajo organizativo entre las masas. Solo un nivel masivo de organización puede ser capaz de derrotar a la burguesía, que nos supera por mucho en capacidad de ofensiva.

Nuestra tarea hoy en día, pues, es preparar esa condición indispensable para una Revolución socialista: masas trabajadoras organizadas. Ahora mismo estamos construyendo esa maquinaria llamada a destruir el poder burgués. Una maquinaria que en su grueso deberá estar compuesta de innumerables sindicatos, gremios y organizaciones barriales, campesinas y estudiantiles, que serán la base para la construcción del poder obrero. Todas estas organizaciones serán el germen del cual brotará la nueva sociedad; serán la base organizativa que permitirá administrar y dirigir colectivamente todos los aspectos de la vida social de acuerdo con las necesidades de la población. Cabe mencionar que estas organizaciones no aparecerán de la nada, y ahí precisamente está nuestro trabajo como comunistas.

Bajo el capitalismo, la organización de la clase trabajadora y los sectores populares está bajo ataque permanente, ya sea evitando la conformación de organizaciones, controlando dirigencias o directamente organizando al pueblo trabajador para utilizarlo. Todo esto son barreras que, como dirigentes de la clase trabajadora y los sectores populares, debemos conseguir sortear. ¿De qué manera? Donde nuestra clase esté organizada, ahí debemos estar¹. En donde existan organizaciones de composición popular debemos incidir para que éstas actúen de acuerdo con el interés de la mayoría. Parte de esa tarea será la confrontación contra oportunistas y agentes de la burguesía al interior de las organizaciones para minar su influencia en ellas, y, al mismo tiempo, impulsar a los miembros más avanzados de esas organizaciones, sean o no comunistas, para que se conviertan en los dirigentes. Deberemos hacer crecer numéricamente las organizaciones y fortalecerlas cualitativamente tanto a lo externo como a lo interno, impulsando congresos, asambleas populares, creando documentos rectores. Y donde no existan estas organizaciones, debemos ser nosotros las que impulsemos su creación, así en un primer momento estén compuestas exclusivamente de comunistas. Si nuestra línea organizativa y política es la correcta, las masas terminarán por integrarse tarde o temprano.

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¿Nos encontramos haciendo esto? ¿Estamos disputando la influencia en organizaciones populares contra corrientes oportunistas? ¿Estamos impulsando la creación de estas organizaciones si no existen? ¿Estamos sumando a más personas?

Si estamos forjando en nuestro día a día estos futuros gérmenes de poder popular y obrero, nos encontramos en el camino correcto. Triunfemos o fracasemos a la hora de conseguir mejoras inmediatas desde los frentes de lucha en los que participemos, cada experiencia debe abonar en este sentido, y de ello debemos asegurarnos. Cada victoria y cada derrota deben ser sistematizadas y asimiladas por las masas. He aquí el proceso formativo que permitirá a nuestra clase dirigir las luchas presentes y futuras contra el enemigo, triunfar sobre él, y eventualmente construir sobre sus ruinas un futuro resplandeciente. Mientras tengamos un número creciente de estudiantes, obreras y obreros, campesinos y campesinas forjándose para la defensa de sus intereses de clase, estamos en el camino correcto. Por el contrario, si nuestro trabajo cotidiano no nos está llevando a esto, es imperativo analizar por qué no los estamos consiguiendo y rectificar en lo inmediato.

 

 

 


¹ Excepto en los partidos burgueses. Frente a planteamientos oportunistas, el trabajo al interior de los partidos burgueses es un completo despropósito. Un partido burgués no tiene lugar en nuestro porvenir. A diferencia de las organizaciones sindicales, barriales, gremiales o estudiantiles, los partidos burgueses no sirven para organizar nada que sea del interés de la clase trabajadora. Por el contrario, los partidos burgueses alejan a nuestra clase del potencial que tiene para organizar y dirigir. En un partido burgués, nuestra clase únicamente cumple con la tarea de fortalecerlo electoralmente, encauzando al pueblo trabajador al voto por los candidatos de una determinada facción de la burguesía para que ésta llegue al poder. En esos partidos nuestra clase está atada de manos, pies y boca. Necesariamente tiene que ser así, pues es la manera en que la burguesía puede tener de su lado a las masas sin que estas masas impriman al partido sus intereses de clase, con lo que se perdería su esencia burguesa. Los partidos burgueses, pues, no representan gérmenes para una nueva sociedad, sino un lastre que sigue sujetando al pueblo trabajador a una vida de explotación. Todos los partidos burgueses deberán ser erradicados a futuro sin excepción. Con respecto a ellos, nuestra tarea hoy es la de desprender a nuestra clase de su nociva influencia tanto en el aspecto ideológico como organizativo. Fortalecer a los partidos burgueses en cualquier aspecto es fortalecer a nuestro enemigo. En México no hay más partido para la clase obrera que el Partido Comunista de México.

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