Las Pugnas Interburguesas se Agudizan: El Caso de Trump
Por: Alejandro del Toral
A escasos días de la Convención Nacional Republicana en los Estados Unidos de América, el ahora candidato republicano a la presidencia, Donald J. Trump, fue víctima de un intento de asesinato por un joven de 20 años, al que identificaron como Thomas Matthew Crooks, originario de Pensilvania y simpatizante del partido republicano; además, hubo una víctima mortal y 2 personas heridas a causa de una serie de disparos fallidos.
Subsecuente al incidente, las investigaciones, declaraciones y acusaciones no se hicieron esperar. Muchas personas comenzaron a creer que, aunque el FBI había anunciado que el tirador fue un actor solitario, en realidad se trataba de un complot demócrata o de la CIA; otros creyeron que pudo tratarse de un atentado orquestado por Rusia, Irán e incluso la República Popular Democrática de Corea; mientras que otras personas consideraron la posibilidad de que fuera una estrategia del exmandatario estadounidense para ganar más apoyo electoral.
Aunado a las hipótesis que comenzaron a esparcirse, rápidamente distintas personas del medio político se pronunciaron sobre el ataque. Dentro de estas declaraciones, podemos destacar las siguientes: el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, dijo que no se debía de recurrir a la violencia electoral, pero insinuó la involucración de países extranjeros en el acto; Vladimir Putin y Xi Jinping condenaron el ataque, pero usaron dicha situación para reforzar su discurso crítico hacia el sistema de seguridad norteamericano, asegurando que sus sistemas son “superiores”; en Europa, Pedro Sánchez y Emmanuel Macron condenaron el atentado y consideraron que era un ataque directo en contra de las democracias liberales y de la dignidad humana, pero parecen no considerar dignidad humana la precaria condición laboral de sus trabajadores; en América Latina, de manera similar a los europeos, López Obrador y Gabriel Boric acusaron el hecho de ser un atentado en contra de la democracia como ha sucedido en otros casos, citando de ejemplos a Luis Donaldo Colosio y a Martin Luther King; Javier Milei y otros exponentes reaccionarios de la burguesía aprovecharon para acusar a la “izquierda internacional” de estar desesperada, aunque no haya fundamento alguno de tales acusaciones; por último, el más curioso de los casos es el del primer ministro del Estado de Israel, Benjamín Netanyahu, quien, además de condenar el atentado, comenzó a evaluar la posibilidad de que él pueda sufrir un atentado similar, demostrando así que no solo es consciente de sus acciones, sino que usa un discurso de doble moral.
Con estas acusaciones, pocas cosas se pueden extraer si se hace un análisis abstracto. No obstante, si consideramos cada uno de los sectores de interés económicos de los jefes de Estado que se declararon ante el incidente, podremos sacar varias conclusiones: dentro de todo el mundo occidental, se condenó el acto al ser una anomalía democrática e ir en contra de la moral y dignidad humana, sin embargo, todos buscaron culpabilizar a sus rivales políticos y minimizar cómo estas pugnas pueden perjudicar a la clase obrera; dentro de Estados Unidos se han agudizado las disputas burguesas por el papel militarista e imperialista del país, pues muchas personas, incluso políticos del propio gobierno norteamericano, consideran que no es viable seguir apoyando militar y económicamente a Israel, Ucrania y a Taiwán; para Rusia, es del interés que el candidato republicano gane la contienda electoral, pues si Trump es reelecto y cumple con sus promesas de dejar de apoyar logísticamente a Ucrania, su intervención en dicho país podrá facilitarse notoriamente; el presidente en turno de EEUU declaró la intervención de países extranjeros en el intento de magnicidio, lo cual revela que es de su interés incrementar las tensiones globales entre los diversos sectores imperialistas; el resto de las naciones del centro imperialista, aunque condenaron el atentado, barrieron para su casa y defendieron sus intereses respectivos.
Teniendo esto en mente, podemos afirmar lo que dice el título del presente artículo: las pugnas interburguesas se agudizan, y con ello, la lucha de clases también lo hace. Este suceso demuestra que la burguesía no es homogénea a diferencia de lo que quieren aparentar, pues cada sector empresarial busca seguir ampliando sus ganancias dependiendo de sus intereses y socios, incluso si esto conlleva apoyar conflictos bélicos que están dejando miles de muertos – esto sabiendo que las industrias armamentísticas se han posicionado en favor de quienes buscan continuar el genocidio en Palestina, mientras que una parte considerable de la gran burguesía ha cerrado filas con Trump.
Con este escenario por delante, los trabajadores, los estudiantes y los comunistas no debemos de defender ni a los sectores más cosmopolitas – o progresistas – de la burguesía, ni a los burgueses más chovinistas de nuestros respectivos países, sino que debemos de seguir construyendo nuestra independencia política y de clase para erigirnos como la vanguardia de un mundo nuevo.