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Editorial. El socialismo: única salida frente a la barbarie imperialista

Editorial de El Machete núm. 24, octubre 2025.

La lógica del capitalismo en su fase imperialista no se detiene, con el interés de disputarse mercados, materias primas y territorios. Esto agudiza la confrontación entre los países imperialistas, haciendo que los focos de guerra en distintas partes del mundo continúen ardiendo y amenacen con extenderse. Son decenas de conflictos armados los que están activos, en zonas de África y el Pacífico, en Ucrania y en Medio Oriente.

Hoy, además de la guerra en Ucrania, la humanidad atestigua desde octubre de 2023 el ataque de Israel contra la Franja de Gaza, que se ha convertido en un genocidio en el que se ataca abiertamente a la población civil, se bombardean hospitales y se somete a la población a morir de hambre.

Frente a la barbarie del imperialismo que agrede la zona de Gaza, se ha levantado la solidaridad de millones de trabajadores por todo el mundo: los campamentos en universidades, marchas en las principales ciudades, y ahora la Global Sumud Flotilla, que busca romper el cerco impuesto por Israel para poder llevar víveres y demás ayuda humanitaria a Gaza.

Mientras los trabajadores del mundo levantaban las banderas de la solidaridad, los gobiernos capitalistas mantenían un silencio cómplice o el pleno apoyo a la ofensiva del Estado de Israel. Pero ahora que, por diferencias entre países capitalistas —aun al interior del bloque de Estados Unidos y la Unión Europea— en torno a la guerra en Ucrania y las imposiciones arancelarias, algunos gobiernos pasan a reconocer al Estado de Palestina, aparentan humanitarismo e intentan lavarse las manos. Que las acciones de los imperialistas no nos confundan: aunque llenen su boca de discursos de solidaridad y humanismo, sus acciones responden a la defensa de sus intereses. De hecho, la reciente propuesta de EEUU para la paz en Gaza no responde al reconocimiento del Estado palestino en las fronteras de 1967 un Estado con unidad territorial, sin tropas de ocupación o asentamientos; un Estado realmente independiente.

El mundo no es un ajedrez donde los únicos jugadores son los gobiernos, pues al interior de cada país se desenvuelve la lucha entre los trabajadores y sus explotadores. Es decir, no se deben desdeñar las acciones de solidaridad al interior de cada país, sino que deben fortalecerse, pues independientemente de la posición que tome un Estado, el pueblo trabajador puede ejercer la solidaridad con el pueblo palestino de Gaza. Los pueblos no cuentan más que con sus propias fuerzas para enfrentar al imperialismo: la fuerza de cada pueblo y la fuerza de la solidaridad internacional del conjunto de los trabajadores de todo el mundo.

Reconociendo que el imperialismo es la fuerza detrás del genocidio en Gaza, además de conmovernos, debemos tomar nota de que el imperialismo sigue dispuesto a masacrar a pueblos enteros en beneficio de los intereses capitalistas. También debemos tomar nota de que la ONU es un organismo nulo para que la humanidad enfrente situaciones como la de Gaza. Además, también se hace evidente que los pueblos tampoco pueden confiar en los países del bloque imperialista de los BRICS, que no tienen interés en frenar el genocidio.

Pero al desplegar la solidaridad con los pueblos también se debe tener presente el desarrollo del frente ideológico, de tal forma que se debe buscar aclarar entre la gente que ejerce la solidaridad con Gaza y otros pueblos oprimidos por el imperialismo, que detrás del genocidio y de las guerras imperialistas están los intereses capitalistas; los aspectos de carácter cultural, religioso y otros son solo el revestimiento de esos intereses. Al mismo tiempo, se debe decir con claridad que la guerra en Ucrania es imperialista por ambos bandos, para que no se genere ninguna falsa ilusión de que Rusia o los países BRICS pueden ser una fuerza antiimperialista.

Ser conscientes del enemigo a enfrentar debe llevarnos a pensar en la necesidad de elevar las acciones simbólicas de protesta a acciones aún más concretas, como la organización de huelgas de solidaridad, el boicot al transporte de armas e insumos que usan los imperialistas. No debemos pensar que la sola exhibición de los crímenes del imperialismo los detendrá, tampoco la condena internacional de otras naciones. De hecho, esto pasa con la cuestión del bloqueo económico contra Cuba: la gran mayoría de los países votan en la ONU a favor del cese al bloqueo, pero Estados Unidos e Israel se pronuncian a favor del mismo, y esto basta para que continúe esta medida que lesiona al pueblo de Cuba.

La situación en Gaza debe ser una alerta para saber que la barbarie que vivió la humanidad en el siglo XX sigue latente porque sigue existiendo el capitalismo. Frente a esa barbarie, la única salida definitiva es ponerle fin al capitalismo para así lograr una paz duradera. Solo la lucha con una dirección políticamente clara permitirá enfrentar y vencer al imperialismo. Para esto se requiere la claridad que da el marxismo-leninismo sobre la sociedad actual; se requiere una dirección comunista consecuente. Esto se demostró en la medida en que los partidos comunistas estuvieron al frente de luchas antiimperialistas que triunfaron y construyeron el socialismo.

La lucha contra la guerra imperialista, además de implicar la solidaridad con los pueblos que la padecen, requiere el fortalecimiento de la lucha antiimperialista en nuestro propio país. Es decir, la clara perspectiva del derrocamiento del capitalismo en México, más ahora que el gobierno mexicano defiende la inclusión en una alianza interestatal imperialista como es el T-MEC, y da pasos rumbo al eslabonamiento militar con Estados Unidos y Canadá en un contexto donde EUA se prepara para la confrontación con otros centros imperialistas.

Ser conscientes del genocidio en Gaza y de las decenas de focos de guerra en el mundo debe vigorizar nuestras acciones para luchar por el socialismo. Es un llamado a reforzar nuestra labor en la lucha de clases, fortaleciendo el trabajo del Partido Comunista de México con la perspectiva del derrocamiento del capitalismo, pues el triunfo de la revolución socialista en México permitirá mayores gestos de solidaridad con los pueblos oprimidos, en la medida en que la revolución es nacional por su forma e internacional por su contenido.

 

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