TESIS I DE LA FJC: LA ÉPOCA DEL IMPERIALISMO, DE LA GUERRA Y DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL
1.1 Imperialismo e interdependencia
El capitalismo actual ha llegado a su época imperialista donde los monopolios se han convertido en la forma predominante de organización económica de la burguesía. Los monopolios1 han extendido sus tentáculos a todos los aspectos de la vida material: explotan a millones de personas, extienden su dominio en todos los lugares posibles, atentan contra las personas, los pueblos y la naturaleza, se entrelazan sus intereses entre sí de abigarradas formas, controlando cada aspecto de la economía y la política. Pero junto a este desarrollo anárquico del capitalismo, viene de la mano, su negación. Dentro de la economía, aparecen los gérmenes de la socialización de la producción, y se desarrolla incesantemente la clase social que dará fin a esta situación: la clase obrera.
El imperialismo trae consigo una agudización de los intereses entre los monopolios y sus representantes estatales, lo que lleva en sí la posibilidad a una nueva guerra. Actualmente las contradicciones entre el polo imperialista dirigido por Estados Unidos y la Unión Europea choca con el crecimiento de nuevos países imperialistas que representan los BRICS. Esto conflicto se ha transformado confrontaciones militares en algunos países como Siria y Ucrania, aunque todavía no de manera directa entre los polos imperialistas, así como una serie de tensiones y conflictos militares locales o regionales, como ocurre en Medio Oriente, el centro y poniente de África y el Mar de China. Igualmente, las pugnas inter-imperialistas también se expresan en América Latina, a través de la intervención política, militar y económica; así como a las alianzas monopólicas, como ha ocurrido recientemente en Brasil, Argentina, Venezuela o Colombia.
A su vez, en la actualidad se abre un periodo de onda crisis económica mundial, una crisis cíclica, sobreproducción y sobreacumulación del capital, siendo la más notoria y reciente la ocurrida en el 2008.2
1.2 La posición de México en la cadena imperialista
La Federación de Jóvenes Comunistas reitera el análisis aprobado en su I Congreso, conforme a las tesis y el Programa del Partido Comunista de México, de que México es un país capitalista desarrollado; por lo tanto, contradicción principal de nuestra sociedad es la que existe entre el capital y el trabajo. Con ello queremos decir que la economía mexicana gira en torno a la producción industrial y al intercambio mercantil bajo relaciones de capitalistas, es decir, a partir de la explotación del trabajo asalariado y la extracción de plusvalía por parte de la burguesía. En los sectores fundamentales de la economía, predominan empresas que concentran gran cantidad de capital y fuerza de trabajo. En el campo las relaciones capitalistas se han impuesto con gran velocidad, sobre todo en los últimos veinte años, acaparando el mercado agropecuario, mientras que las formas de producción pre capitalistas son totalmente marginales. En aquellas actividades económicas que predomina la pequeña propiedad, avanzan constantemente la utilización del trabajo asalariado, así como el gran y mediano capital (como se ha visto recientemente en el transporte urbano de pasajeros, el servicio de taxi y la venta de abarrotes al menudo).
Siguiendo las tesis del Partido Comunista de México, afirmamos que nuestro país se encuentra totalmente inserto en el mercado mundial, y ocupa una posición intermedia en la pirámide imperialista. Dado que el imperialismo no es una característica particular de algunos países ni un tipo particular de política, sino una la fase superior del capitalismo, México no se encuentra exento de este proceso: su economía se caracteriza por el predominio de los monopolios nacionales y extranjeros que se disputan entre sí los recursos naturales, los mercados y la producción. La fusión entre el capital industrial y bancario, dando origen a la oligarquía financiera, representados por los tres grandes grupos financieros (BBVA, BANAMEX y Grupo Imbursa). La extensión de las disputas entre monopolios, en la política, a partir de los partidos políticos burgueses y diferentes organizaciones, incluyendo la influencia en el movimiento obrero y popular, a partir de la socialdemocracia. Un ejemplo que nos permite observar la posición intermedia que ocupa México en la pirámide imperialista, es la exportación de capital. De acuerdo con la tesis 2.1.6 del V Congreso del PCM, la exportación de capital, a partir de la Inversión Extranjera Directa, del exterior hacia México colocaba a nuestro país en el lugar 14ª, mientras que en el sentido inverso, de México a otros países, nos colocaba en la posición 29ª.
Las fuerzas productivas en nuestro país se han desarrollado lo suficiente para satisfacer las necesidades básicas de la clase obrera y los estratos populares. Sin embargo, sigue imperando la propiedad privada de los medios de producción y, por lo tanto, la lógica de la acumulación y apropiación de todas las riquezas por una sola clase social, la burguesía.
En México como en el mundo el grueso de la población se compone, fundamentalmente, por dos clases sociales: burgueses y proletarios. La juventud se encuentra dividida por esta lucha y división de clases, por tanto, corresponde a esta organizarse para que junto a la clase obrera, terminen con las contradicciones económicas y sociales que se generan dentro del capitalismo.
A lo largo de la historia, el desarrollo del capitalismo ha propiciado que las contradicciones económicas y sociales se agudicen cada vez más y que las problemáticas que actualmente tienen que enfrentar los jóvenes; sean más difíciles, lo que ha ocasionado que las oportunidades para la juventud de extracción proletaria y de capas populares se vean más reducidas, y esto deriva en un mayor índice de desempleo y en condiciones de vida más precarias; como lo es la falta de acceso a la educación o a la seguridad social.
1.3 Consecuencias de la crisis capitalista y el imperialismo en la juventud.
El desempleo
Marx denominó “ejército industrial de reserva” a una parte de la población que periódicamente está desocupada, este fenómeno es inherente al sistema capitalista y varía según el ciclo económico y las crisis que genera éste. En nuestros días el fenómeno de la desocupación y el desempleo ha alcanzado niveles muy elevados tanto en el número de personas desempleados como en el tiempo en que éstas permanecen en esta condición.
De acuerdo con el funcionamiento del sistema capitalista esto sucede porque constituye una importante palanca de la acumulación. Por un lado, hay mano de obra que está a disposición de las necesidades del capital, y por otro regula los salarios a conveniencia de los capitalistas.
Además de padecer el desempleo, las leyes laborales y educativas que rigen el actual sistema económico, hace que las condiciones de la juventud, una vez que se insertan en el mercado laboral, sean cada vez más precarias e inseguras, porque para los monopolios el acceso a la educación y las condiciones laborales de la juventud son tratadas con la lógica de obtener más y mayores beneficios del ejército industrial de reserva.
Al margen de las contradicciones que se generan dentro del actual sistema económico ha habido un creciente aumento de la explotación y la pauperización del trabajo y de las condiciones laborales mismas, Por lo que actualmente vemos cómo es que para las nuevas generaciones que se insertan dentro del campo laboral se han eliminado las prestaciones laborales, tales como la pensión, seguro social, fondo de ahorro, estabilidad, seguridad social, etcétera.
La problemática del desempleo se presenta con mayor agudeza en los países que se encuentran en los escalones más bajos de la pirámide imperialista, esta situación expulsa a miles de jóvenes de su lugar de origen para ir en busca de “mejores” oportunidades.
Todas estas condiciones que padecen los jóvenes trabajadores del mundo son consecuencia de la crisis del sistema capitalista, no sólo es una crisis financiera, sino una crisis completa de la economía del capitalismo que está en su fase imperialista.
La guerra
Por tanto, los monopolios y las potencias imperialistas trabajan bajo la lógica de no sólo aumentar su tasa de ganancia, sino de obtener a toda costa el mayor beneficio, y uno de los mecanismos para conseguirlo es la guerra. En primer lugar, dentro del capitalismo, en su fase imperialista como señala Lenin, la guerra sirve para tener un reparto más “equitativo” y una explotación ulterior más “coordinada” entre las potencias inter imperialistas.
La guerra como uno de los mecanismos de reproducción del capitalismo y como parte fundamental e inherente de éste, constituye una forma a través de la cual puede ampliar sus ganancias, en la cual se utiliza a la población joven como carne de cañón para atender los intereses y las demandas de los monopolios, la conquista de territorios, la intensificación y prolongación de la explotación, mientras que son los capitalistas quienes salen ganando, enriqueciéndose a través de la guerra.
La migración
Por otra parte, una de las consecuencias que trae consigo la guerra es la migración y el desplazamiento, fenómenos en los que millones de personas, tienen que desplazarse huyendo de la barbarie provocada por ésta, o en busca de un lugar donde vender su fuerza de trabajo, en este contexto los refugiados están so metidos a condiciones de trabajo mucho más precarias que los habitantes de dichos países, incluso se les criminaliza y son víctimas de discriminación y racismo.
Además de la guerra, otro de los factores que obliga a que miles de jóvenes diariamente abandonen sus hogares es la falta de empleo o las condiciones de éste, por ejemplo en el caso de México y de toda Latinoamérica la migración hacia Estados Unidos y Canadá, es resultado del aumento del ejército industrial de reserva, por lo que los migrantes se convierten en competencia de la fuerza de trabajo de los países a los que emigran.
Actualmente millones de hombres, mujeres y niños han sido forzados a escapar por situaciones de guerras, crisis, hambrunas o violencia estatal. Muchos sobreviven como refugiados en países cercanos (en condiciones completamente precarias), o se arriesgan a largas travesías donde se juegan la vida para llegar a otros destinos, como migrantes sin papeles.
Por ejemplo, los flujos migratorios desde África y Asia hacia Europa han aumentado grandemente. Cada día, miles de personas de estos continentes, principalmente de países como Siria y Afganistán, inician una travesía para conseguir alcanzar un “futuro mejor”. Muchos de ellos no lo logran, pero para quienes sí lo hacen, el destino que les espera no es nada esperanzador, ya que frente a esta situación la respuesta por parte de la Unión Europea, ha sido la multiplicación de controles fronterizos, con leyes más duras y deportaciones, además de quienes consiguen quedarse viven en condiciones sumamente precarias, a diferencia de quienes originariamente viven en esos países.
La crisis ambiental en el mundo
El desarrollo del capitalismo no sólo ha traído consecuencias en las relaciones económicas, sociales y políticas, sino que también ha repercutido de manera importante en la naturaleza, provocando una crisis ambiental que puede corroborarse en fenómenos como son el cambio climático, el sobrecalentamiento global y toda la serie de problemas que se manifiestan a través de los desastres ambientales. Por lo que este modelo económico está destruyendo a pasos agigantados las condiciones de vida del mundo que nos rodea.
De lo anterior, es necesario precisar que quienes sufrimos las consecuencias de los desastres ambientales somos las clases populares y trabajadoras, quienes padecemos las muertes que cobra la contaminación del medio ambiente, mientras los monopolios gozan de las ganancias que obtienen a través de la explotación de los trabajadores y de los recursos naturales.
Lo anterior podemos constatarlo a través de observar que la burguesía vive en los mejores lugares del mundo, no sólo con todos los servicios, sino que además poseen todos los lujos y comodidades, mientras que la clase trabajadora se ve orillada a vivir en los cinturones de pobreza o favelas, en condiciones de hacinamiento y en muchas ocasiones hasta en peligro.
Podemos recordar algunos desastres naturales que han sucedido en los últimos años como lo fue el huracán Paulina, Odile, Patricia, fuertes temblores, que terminan afectando a la población más vulnerable, que no tiene otra opción que asentarse en lugares que muchas veces no son seguros.
Ideología
Y mientras nos enfrentamos a una realidad cada más difícil, el sistema económico activa todo su aparato Estatal para ejercer un control ideológico a través del cual sigue propagando la idea de que no existe, ni puede existir nada mejor, más allá del capitalismo, haciendo que para la juventud, organizarse no sea ni siquiera una opción para derrocar este sistema económico.
En términos ideológicos el capitalismo recurre a ejercicios de persuasión, para combinar la coerción con el consenso, tales son las reglas impuestas por la democracia burguesa, que en tanto no considere “necesaria” la represión otorga ciertas alternativas y falsas ilusiones de participación política para mantener el control, pero cuando estos mecanismos no son suficientes cuenta con todo un aparato represivo que reprime para mantener el orden.
Además, a través de este mecanismo promueve un conjunto de ideas, aspiraciones o ideales de una clase: los de la burguesía. En donde hay una alienación económica, la separación del trabajador de las mercancías resultado de su propio trabajo, por lo tanto, de sí mismo, por lo que influyen una serie de factores y condiciones materiales, como lo es en un principio preocuparse por subsistir y en segundo lugar librar todos los mecanismos de control ideológico del Estado, que entorpecen la organización de la juventud, en ese sentido es una tarea clara para la Federación de Jóvenes Comunistas introducir en los jóvenes trabajadores la necesidad de organizarse.
1.4 Salidas a la crisis capitalista: socialismo o barbarie
Las gestiones del capitalismo
Frente a las problemáticas generadas en el imperialismo, hay planteamientos políticos erróneos que apelan a que haya una gestión del capitalismo más “amable“, con propuestas y alternativas políticas que de manera cínica y descarada se hacen llamar revolucionarias, tales como la socialdemocracia, o incluso aquellas que apelan al regreso del keynesianismo a tener un Estado benefactor, o propuestas progresistas, con lo ambiguo y maniqueo que resulta este concepto.
Es así que surgen diversas propuestas políticas que plantean salir de la crisis dentro del mismo sistema capitalista, que buscan solucionar el problema sin eliminar sus causas. Todas las salidas que plantean conducen al fracaso y a la traición de los intereses de la clase obrera y las capas populares.
Una de éstas es la socialdemocracia3, que intenta convencernos de que hay posibilidades de obtener soluciones dentro del capitalismo; a través de una gestión populista, keynesiana o proteccionista. Sus propuestas no cuestionan el origen del problema y mucho menos ataca sus cimientos, sino que propone alternativas que sólo acaricia las problemáticas, al tiempo que propone “soluciones” que son funcionales para el sistema mismo.
La socialdemocracia
La socialdemocracia funge como un mediador en la lucha de clases, que de manera oportunista desvía la insumisión, hace retroceder los niveles y formas de lucha que el conflicto de clase puede adquirir, por lo que encausa la insumisión y el descontento social expresarse por vía electoral, es decir, lo conduce por la legalidad burguesa. Expresando que dentro del mismo sistema capitalista es posible la resolución de los conflictos de clase.
Es claro que la socialdemocracia, cualquiera que sea su bandera, se vale de falacias para engañar a los sectores más atrasados de las capas populares entorpeciendo y retrasando procesos revolucionarios, tiene un objetivo claro: continuar con el capitalismo, representar los intereses de los monopolios, y sólo se diferencian de otros partidos burgueses por la forma en que buscan gestionar la explotación, “adornándola de bienestar social”, que la mayoría de las veces se quedan en promesas que tampoco cumplen.
Los movimientos pequeño-burgueses, anarquismo, el culto a la espontaneidad de las masas, el pacifismo y otras
Otro de los obstáculos de la organización revolucionaria, es que como consecuencia de la crisis capitalista comienzan a surgir posiciones que no son más que la manifestación del descontento de la pequeña burguesía, pero que pueden convertirse en perfectas armas ideológicas y políticas en beneficio de la burguesía, recientemente lo vimos a través del movimiento #YoSoy132 y en las pasadas elecciones a través de múltiples organizaciones que postularon candidatos “independientes”, bajo la consigna de transformar el sistema desde adentro, o demandas tales de acabar con la corrupción etcétera. Es decir, surgen movimientos espontáneos y desorganizados provenientes de los estratos medios y de la pequeña burguesía, que al verse afectados por la crisis, y debido a su carácter de clase, terminan siendo la voz de la burguesía.
Su condición de clase les impide identificar correctamente cuál es la base de los problemas, y por lo tanto, a través de sus demandas y movilizaciones, a lo más que llegan es a confrontar al aparente causante (los ejecutores) de las reformas, es decir, el aparato gubernamental y una parte del Estado que sirve a los intereses de los monopolios.
Otra de las corrientes políticas que se contraponen a los procesos revolucionarios es el anarquismo, mismo que, siguiendo la lectura que Lenin hacía de éste, no es más que una concepción burguesa en donde sus teorías individualistas y su idea individualista están en oposición directa con el socialismo, sus concepciones y métodos, es decir, sus ideas anti-partido, anti-organización, tienen cierto eco entre un sector de la juventud como respuesta a la política del reformismo, pero que no deja de ser un posicionamiento que se contrapone a una organización verdaderamente revolucionaria.
Este tipo de planteamientos aparentemente “radicales” no hacen más que contribuir a los intereses de la burguesía y del reformismo, aumentan la desorganización del movimiento y contribuyen al desprestigio de las ideas verdaderamente revolucionarias, esto muchas a veces a través del espontaneísmo con el que la mayoría de las veces actúan, pero es preciso señalar que esto no es una característica propia del anarquismo sino de un sinfín de organizaciones que actúan sin un programa político determinado.
Es necesario ejercer una crítica férrea a las organizaciones y movimientos que hacen de su política acciones espontaneas enmarcadas en una situación coyuntural, pero que carecen de un planteamiento político y de una planificación táctica y estratégica.
Derivado de lo anterior vemos cómo es que como consecuencia de la crisis capitalista, y de acuerdo a las demandas y necesidades que tiene la burguesía, se multiplican movimientos y organizaciones que enarbolan causas como el veganismo, eco-socialismo, pacifismo, y un sinfín de consignas que aparentan hacer críticas al sistema económico, cuando lo que en realidad hacen: es negar la verdadera problemática de fondo, es decir, las contradicciones entre capital y trabajo, desvirtuando la lucha, desgastando consignas y negando la verdadera organización revolucionaria.
El fascismo
Además de todas estas posiciones, en tiempos de crisis el fascismo es otra de las alternativas que emplea la burguesía, debemos tener claro que el ascenso del fascismo no es un simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino la sustitución de una forma estatal de la dominación de clase de la burguesía -la democracia burguesa- por otra; la dictadura terrorista abierta.
Sin embargo, el aumento de la represión no es igual al fascismo. El aumento de la represión es una medida natural que toda clase dominante va a ocupar cuando la lucha de clases se agudiza. El fascismo no sólo es el aumento de la represión, sino la sustitución de una forma estatal de dominación de clase de la burguesía, de una democracia burguesa por la dictadura terrorista abierta.
En este sentido en podemos afirmar que en México no hay fascismo. Hemos visto el aumento de las formas de represión, pero también hemos constatado una mayor apertura en el campo de acción de la “democracia” (por ejemplo, los candidatos independientes o el crecimiento de Morena). La trampa de pelear contra el “fascismo” o contra un “proceso de fascistización” es que esta lucha viene siempre planteada junto con la construcción del “frente popular”, es decir, la “alianza táctica” con la “burguesía nacional”, debemos estar conscientes de que el capitalismo tiene rasgos del fascismo, esto no significa que tenemos que declarar que hay un régimen fascista o que existe el fascismo en nuestro país.
Una de las características del fascismo es que logra atraer a las masas porque especula de forma demagógica con sus necesidades y exigencias más apremiantes, utiliza los prejuicios hondamente arraigados en las masas, entonces cuando la lucha popular y revolucionaria se encajona y se limita a la lucha “contra el fascismo”, y no se avanza a la lucha por las necesidades y exigencias de la masas, se deja que ese terreno sea caldo de cultivo, para elementos germinales del fascismo, como lo han sido algunos sectores de las autodefensas campesinas.
Dejamos claro que no se trata de gestionar al capitalismo de una forma “humanizada”, sino frente a sus límites históricos orientar todos nuestros esfuerzos para la Revolución socialista y el poder obrero.
Militarización y aumento de la represión
Por todo lo anterior, es necesario señalar que en tanto hay una crisis del sistema capitalista, ésta tiene repercusiones políticas y sociales, por lo tanto ejerce mecanismos como lo es la militarización y la represión para ejercer un control ante cualquier brote de insumisión, por ello es tarea de la juventud organizarse, pues sólo de esta manera será posible hacer frente a la violencia y a los golpes que el Estado ejercerá contra la clase obrera y los sectores populares.
Salida revolucionaria
La Federación de Jóvenes Comunistas, asumiendo el programa político del Partido Comunista de México, reitera que en estos momentos no hay etapas intermedias para la revolución socialista; que la única vía al socialismo es la revolución proletaria, mediante la cual sea posible tomar el poder e instaurar la dictadura del proletariado, que vele por los intereses de los trabajadores.
La salida revolucionaria la entendemos como el proceso por el cual la clase obrera en alianza con los sectores populares, y dirigida por el Partido Comunista, logren tomar el poder estatal y el inicio de la construcción de la economía socialista. El aporte de la FJC a esta salida revolucionaria consiste en introducir a la juventud proletaria al torrente revolucionario. Para conseguirlo la FJC debe lograr eslabonar las luchas y las problemáticas de los diferentes sectores de la juventud proletaria (lo que se conoce como luchas inmediatas) con la lucha en general por la revolución socialista. Esto es lo que se ha conocido como la política juvenil.
Sólo así habrá una verdadera solución a los problemas que aquejan a la juventud actualmente.
En la tesis siguiente se analizan los problemas de la juventud proletaria así como las orientaciones políticas sobre cada uno de ellos.
*Tesis emanada del segundo congreso de la Federación de Jóvenes Comunistas
1 Los monopolios son la expresión concreta de la concentración y centralización del capital, es decir, una forma de organización de la actividad económica caracterizada por un nivel de concentración de capital que permite controlar gran parte del proceso productivo y distributivo en una sola empresa o un grupo de empresas fusionadas, con lo cual son capaces de hegemonizar el mercado. Esta situación ha desatado una competencia aún más intensa entre distintos monopolios por el control de las materias primas, la producción, la tecnología, los mercados y los países. Este concepto se diferencia del concepto de monopolio usado por la teoría burguesa, limitado e impreciso, que únicamente se refiere al acaparamiento total de un mercado, ya sea desde el lado de la oferta o de la demanda.
2 La crisis se desplegó a partir de 2008, expresándose inicialmente como una crisis financiera e inmobiliaria en los Estados Unidos, pero que rápidamente se extendió a todo el mundo incluyendo a México. La crisis de sobreproducción y sobreacumulación del capital se expresó de diversas formas en cada país, y pese a todos los intentos de superarla y algunos pequeños momentos de crecimiento relativo, la crisis no hace más que agudizarse. En nuestro país, sus efectos se han visto más profundamente en la crisis presupuestaria y de deuda, así como en diferentes procesos de inflación, devaluación del peso y un estancamiento relativo en varios sectores económicos, lo cual se ha traducido en una mayor ofensiva contra la clase obrera. Después de 8 años, la crisis no parece acabar, y en contrasentido, todo indica que se seguirá agudizándose.
3 Pavel Blanco. “Características contemporáneas de la socialdemocracia en México”, en El Machete, No. 5.
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