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El panorama de la clase obrera en su lucha contra el T-MEC y la patronal

 

Por: Alfredo Valles

 

La burguesia impone su voluntad a la clase obrera con el apoyo de distintas instituciones: el Estado, gobiernos, iglesias, fundaciones, observatorios, Think tanks, despachos de abogados, influencers, partidos políticos –en especial la socialdemocracia–, organismos internacionales, etc.; además de distintas organizaciones: redes, centros, sindicatos, confederaciones. En el caso particular del T-MEC, pone en acción a todas estas fuerzas reaccionarias al mismo tiempo. Lo hace pensando no en lo que hoy en día es la clase obrera en México y Estados Unidos, sino en lo que política y sindicalmente sabe que pueden convertirse más adelante; previendo un agudo conflicto social al grado de prepararse para incluso organizarlo y sin perder nunca de vista el futuro ni su identidad e interés fundamental como clase dominadora.

Esta forma de proceder por parte de la clase propietaria de los medios de producción no puede ser olvidada por la clase obrera y los trabajadores en general. La labor de aquella en contra de estos últimos es múltiple, cada vez más especializada y refinada. La obrera, el obrero, que se han decidido a luchar deben tener en cuenta que la sociedad burguesa los presionará por todos lados, buscará derrotarles, desorientarles, someterles. La clase obrera se encontrará frente a múltiples peligros, incluido aquel que Bertold Brecht describe en uno de sus tantos poemas: “al momento de ponerse en movimiento, muchos no saben que su enemigo marcha al frente de ellos. La voz que les habla, es la voz de su enemigo. Quien habla del enemigo, es el enemigo mismo”.

En México, en los últimos dos años y medio, el gobierno ha ordenado todo lo debido para que los monopolios de los tres países involucrados, y especialmente los de origen mexicano, logren sus propósitos con la actualización y ejecución del Tratado de Libre Comercio (T-MEC). Las instituciones insisten por todos los medios en aconsejar a la clase obrera realismo y moderación; en reforzar el predominio ideológico y político de la patronal sobre sus reflexiones e inquietudes; en recomendarle confianza ilimitada, como durante el feliz matrimonio entre el PRI y el Congreso del Trabajo, en el actual presidente y funcionarios; y en persuadirla de lo inoportuno de enfrentarse con todas sus fuerzas a la patronal en pos de sus derechos. Le proponen resignación ante la precarización, la subcontratación y la explotación en general.

Las organizaciones burguesas que intervienen en el movimiento obrero y sindical, en algunos casos han cambiado de piel pero no de método ni de política. Como el tradicional charrismo sindical, ni ven ni escuchan las demandas o exigencias de la clase obrera; en su lugar empalman fórmulas inofensivas para el patrón, que sirven para llevar las cosas al terreno seguro que los monopolios esperan: democracia y eficiencia sindical;  derechos laborales sin acciones de por medio; inspección y reglamentación laboral; educación económica; paridad de género. El sindicalismo actuante con la 4T, asociación íntima entre la aristocracia obrera en México y el liderazgo del sindicalismo amarillo estadounidense (AFL-CIO), actualizan sus objetivos en los organismos ligados a la CIA y a la Fundación Nacional para la Democracia en EE.UU (NED).

Tanto la burguesía de México como la burguesía estadounidense, sin dejar de lado su favoritismo por sus propios monopolios y por sus propias organizaciones laborales colaboracionistas,  se apoyan en la orquesta completa del sindicalismo amarillo en México (CATEM, CIT, CROC, CTM, COR, CT, etc.) para gestionar a su favor la representación de los trabajadores en la moderna industria del campo y la ciudad. Todas estas organizaciones están dispuestas como una valla de contención, como un ejército ideológico de las cámaras patronales. Han firmado acuerdos que también como antes hacen pasar las ideas y necesidades de aquellas como las únicas ideas y necesidades que deben enarbolar los sindicatos. Es decir, se ha reforzado la dominación sobre la clase obrera. Y ahí donde la paz se rompa, las otras fuerzas pro-empresariales del “libre sindicalismo” buscarán limitar los alcances de la lucha, imponer la ley supranacional de los monopolios y la última palabra de los gobiernos por encima de los menores o mayores anhelos de la clase obrera (Mecanismo de Respuesta Rápida del T-MEC).

La burguesía es una clase social plenamente convencida de su carácter, intereses y circunstancias. Por su parte la clase obrera multinacional de México y Estados Unidos necesita de una asociación cada vez más íntima, más estrecha, con la prensa obrera, el sindicalismo proletario y el partido comunista; pues esto de conjunto la dotará de los elementos de avanzada que le permitirán enfrentar en las mejores condiciones posibles la lucha por los derechos laborales, sindicalización de clase y la transformación genuina de la sociedad, misma que hoy aparece débil y fugaz pero que demanda volverse fluida y generalizada. Conocer y rechazar a todas las instituciones, organizaciones y manifestaciones ideológicas de la burguesía, incluso aquellas más astutas o difíciles de reconocer, es algo imprescindible para la clase obrera y para lo cual requiere a sus propias instituciones, organizaciones e ideología de clase marxista-leninista.

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