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El triunfo de Boric en Chile no es una victoria para la clase obrera 

 

 

Por: Julio Cota 

 

El reciente triunfo electoral de Gabriel Boric no representa una solución de raíz a la actual crisis económica y política en Chile. Los trabajadores chilenos y demás capas populares deben continuar su lucha frontal contra cualquier gestión o gobierno capitalista. Mantener altas expectativas de cambio o incluso, conformarse con lo menos peor, es para la clase obrera chilena una trampa impuesta por los monopolios y la burguesía. Vayamos a los hechos y la experiencia histórica para recordar qué resultados trajo para la clase obrera, el entrar al juego de la democracia burguesa.

En primer lugar, Gabriel Boric  representa los intereses de la democracia cristiana, los mismos grupos conservadores que a principios de los años noventa, pactaron la salida del tirano Augusto Pinochet y la dictadura militar, pero sin trastocar su Constitución ni a las elites militares en el poder. El mismo grupo político y económico de la llamada Concertación, que durante más de una década prometió cambios profundos a favor de las capas medias y populares; y, por el contrario, terminó aplicando reformas antiobreras y antipopulares.

No hay salida positiva a los problemas profundos  de la clase obrera chilena dentro del juego de la democracia burguesa. Lo vimos durante las últimas dos décadas: grandes movimientos políticos y sociales contra gestiones neoliberales. Luego, la llegada de gobiernos “progresistas”, mucho discurso antiimperialista y nacionalismo, medidas y aplicación de programas sociales con cierto margen económico para las capas populares. Y después, llegado un corto periodo en el gobierno, recortes presupuestales en educación, salud y aplicación de reformas laborales en perjuicio de los trabajadores y más represión.

El llamado progresismo en América Latina, es una gestión más de los gobiernos de la burguesía en tiempos de crisis económica capitalista. En estas dos últimas décadas el saldo general fue negativo para la clase obrera chilena y las capas populares. El Estado chileno, como junta administrativa de los intereses de la burguesía, se reforzó y logró superar cierta legitimidad que había perdido después de dos décadas de férrea dictadura militar de Pinochet.  Peor aún, luego del desencanto de las capas populares chilenas con las gestiones del periodo de la Concertación y de Michelle Bachelet, los gobiernos reaccionarios retomaron la administración del estado como fue el caso de Sebastián Piñera.

La lamentable experiencia de la Unión Popular y el gobierno de Salvador Allende nos dio lecciones dolorosas, pero que hasta hoy en día el oportunismo quiere ocultar: las vías pacíficas y parlamentarias al socialismo no son posibles, sin la destrucción de la vieja, burocrática y decadente maquinaria del Estado; no son posibles los cambios verdaderos.  Llámese concertación, democracia representativa, democracia cristiana, socialdemocracia, nueva izquierda, marea rosa, etc., etc., lo que todas estas corrientes representan es una cara más de la dictadura de la burguesía y el  poder los monopolios sobre la clase obrera chilena.

Tanto López Obrador en México y Gabriel Boric en Chile, la burguesía replíca gestiones similares de gobierno para tratar de contener la creciente insumisión de la clase obrera y las capas populares. Ante la imposible solución de raíz  a los problemas económicos políticos y sociales como la salud universal, la educación gratuita, trabajos bien remunerados con prestaciones y derechos laborales; la burguesía opta por gobiernos demagógicos cuyo programa de gobierno se centra en una ridícula promesa de “combate a la corrupción, transparencia y eficiencia administrativa”.

Más allá de los rostros fabricados de los exlíderes estudiantiles de 2011, como el del hoy presidente de Chile, Gabriel Boric; existe una juventud rebelde, inconforme, insumisa, en la primera línea de las barricadas, sin miedo y dispuesta a continuar la lucha. Existe la confianza que más temprano que tarde, la insumisa clase obrera chilena, las rebeldes capas populares sabrán retomar la protesta callejera junto a los estudiantes y los pueblos indígenas de la región. Al mismo tiempo, confío en que las organizaciones revolucionarias en Chile, sabrán intervenir de forma más contundente con un programa y una política de clase ante la bancarrota de la socialdemocracia y su mísero programa de reformas.

 

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