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Avanza el poder de los monopolios con AMLO

 

 

 

Por: Alfredo Valles

 

El presidente de la república presentó su informe hace unos días. Un informe que es publicidad al servicio de la demagogia y la distorsión. En éste la idea central fue: en México ya no domina una oligarquía, sino un gobierno democrático “cuya prioridad son los pobres”. En realidad, durante el gobierno de AMLO los monopolios mexicanos disputan a sus pares de Brasil el predominio en América Latina y por doquier logran triunfos incontrovertibles.

El presidente afirma que su gobierno no es el de una oligarquía porque ya no hay corrupción ni impunidad, privilegios fiscales o lujos entre gobernantes; la distribución de la riqueza es más justa; la educación y la salud estarían dejando de ser privilegios y convirtiéndose en derechos; y estas u otras bondades supuestamente se confirmarían dado que no abundan las huelgas y los reclamos populares son mínimos.

Se sostiene que en términos económicos esto se manifiesta con los Programas para el Bienestar, “la decisión de mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de la población”: pensión a cerca de 11 millones de adultos mayores, becas a 11 millones de estudiantes, 2 millones de aprendices con posibilidades de contratarse en centros de trabajo, medio millón de campesinos con un jornal bajo Sembrando Vida; así como con el plan anticorrupción, que arrojó a la fecha 2.4 billones de pesos, y el plan de austeridad republicana, que resultó en 300 mil millones de pesos más.

Esta impresionante riqueza no es en beneficio de la clase obrera y los sectores populares, sino para los intereses de los capitalistas de origen nacional. Son dos cosas muy distintas.

Esa expropiación y captación billonaria ha sido para modernizar la infraestructura indispensable a toda la burguesía en México: un sistema de trenes para carga y pasajeros con más de dos mil kilómetros, la creación de circuitos carreteros y autopistas o la adecuación de carreteras preexistentes; así como la reactivación o fortalecimiento de la industria de carácter estratégico.

Los mismos Programas para el Bienestar no existen en perjuicio de los monopolios, —de la oligarquía financiera resultante de la fusión entre capital bancario, industrial y comercial— sino en su más exclusivo y absoluto provecho. La fuerza de trabajo de la juventud es regalada a la burguesía. Los campesinos transitan de la subsunción formal a la subsunción real del trabajo al capital. La oligarquía financiera y los monopolios arruinan al conjunto de los trabajadores, pero arrojan pesos y centavos para que algunos de sus hijos no evadan el acondicionamiento profesional de la escuela capitalista.

Millones de adultos mayores, obligados por los mercaderes del dinero y la precariedad redituable a la gran patronal, se arrastran hasta la explotación; el gobierno de Obrador aplica el programa económico de los monopolios: que las y los trabajadores ni se jubilen plenamente ni dejen de alquilarse para la explotación capitalista sino acaso hasta después de los 75 años.

¿La clase obrera y los sectores populares están bien representados por el actual autodenominado gobierno democrático? Al contrario, para que los grandes problemas obreros y populares encuentren una satisfactoria solución de fondo lo que se necesita es caer en cuenta que más que caridad o reformas que fortalecen a monopolios y plutócratas, la alternativa es una nueva revolución, es el Poder Obrero y el socialismo-comunismo.

La transferencia de billones de pesos para monopolistas y plutócratas durante el gobierno de AMLO significa: capital en forma de cuarteles, complejos industriales, presas, súper carreteras terrestres o marinas, modernas comunicaciones y concentración de la tierra; o bien, fuera de México, concentración y centralización de capital, fusiones y adquisiciones, monopolización de ramas de la producción capitalista y predominio en América Latina.

Entre las 500 empresas más dominantes del continente, las de origen mexicano pasaron de 142 en 2019 a 147 en 2021, afirmándose en el acecho a sus competidoras de Brasil, que pasaron de 175 a 169, y que no obstante aún encabezan América Latina. Los datos al respecto manifiestan, fuera del país, el poderío de monopolios como América Móvil-Carso, Pemex, CFE, Walmex, FEMSA, Bimbo, Alfa, Orbia Advance Corporation, Cemex, Grupo Bal, Grupo México, Grupo Coppel, Grupo Salinas y de una pléyade de monopolios que coexisten en la industria automotriz.

Esta es la única felicidad lograda por la gestión socialdemócrata; y que en interés de estos mismos monopolios muy probablemente seguirá, pero ahora en compañía de unas cada vez más robustas Fuerzas Armadas de México.

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