Desde que un hombre es excluido de su Partido por los errores que comete, y no reconoce éstos plenamente tratando inmediatamente de rectificarlos, siguiendo desde fuera del Partido la línea política de éste, tan cerca como le sea posible, tratando de corregir sus desviaciones; entonces se encuentra sobre un plano inclinado sobre el cuál se desliza a velocidad acelerada hasta lo más hondo y profundo de su equivocación política que rápidamente se convierte en una posición abierta que lo sume en la contrarrevolución y, necesariamente, lo hace naufragar por fin en la peor traición.
Yo reconozco haberme deslizado sobre ese plano inclinado cayendo por él hasta el encenegamiento contrarrevolucionario del trotskista.