Las tendencias progresistas pueden llegar a ser limitadas y engañosas. Desde posiciones poco claras y muchas veces sin un análisis material de la realidad, pretenden colocarse como las representantes incuestionables de los anhelos de amplias masas bajo discursos “avanzados”, como la única contraposición posible a las posturas reaccionarias de la sociedad. Si bien en algunos casos, las posiciones que levantan son legítimas, no siempre parten de un análisis científico que les permita llevar a cabo una metodología que contemple la raíz del problema que pretenden combatir.