En los últimos días se han recrudecido las escaramuzas verbales entre Ricardo Anaya, y el Presidente de la República, quienes han abordado un asunto de carácter jurídico que solo está reflejando la forma cómo se dirimen las contradicciones políticas que, existen entre los distintos sectores de la burguesía dominante, pero que no permite avanzar, realmente, en el fondo de este asunto que tiene una característica estructural, es decir, esencial, la corrupción política en México, por lo que se torna nugatoria la posibilidad de progresar en la erradicación de las raíces de este fenómeno, que asume distintas modalidades, pues en el sexenio anterior existió la práctica de entregar muchos contratos a empresas extranjeras y ahora más del 70 % de los mismos se han proporcionado a los privados, por medio de la asignación directa, es decir, sin realizar ninguna licitación.